
Desde que ChatGPT irrumpió en escena, en noviembre de 2022, la inteligencia artificial generativa (IA generativa) no para de ganar terreno en la agenda de nuestras empresas.
Desde un punto de vista de gestión de personas, el aumento de unos pocos puntos porcentuales en la productividad empresarial se contrapone con el impacto que esta tecnología va a tener sobre el mercado laboral. Algunas fuentes estiman que la IA generativa automatizará 300 millones de los puestos de trabajo en los próximos años.
La disrupción que está provocando esta tecnología hace que de nuevo nos tengamos que volver a plantear cómo será el futuro del trabajo y qué tienen que hacer organizaciones y empleados a partir de ahora para gestionarlo. Y todo ello, en un escenario en el que, al menos a corto plazo, continúan coexistiendo la incertidumbre económica, las tensiones en la demanda de determinados perfiles profesionales y una situación geopolítica adversa. Pero con un denominador común: hoy en día, la estrategia de talento se expande más allá de cualquier función empresarial específica, y contar con los perfiles necesarios para dar respuesta a la estrategia empresarial se ha convertido hoy en un aspecto más crítico que nunca.
Si algo tenemos claro a estas alturas, es que la IA generativa va a cambiar de forma radical la actual forma de trabajar y a buen seguro su impacto se espera sea desmesurado en el mercado laboral. El 33%, tanto de organizaciones como de empleados, creen que esta tecnología impulsará la productividad y las nuevas formas de trabajar, y un 44% esperan que les permita una mayor flexibilidad laboral, según refleja el informe EY Work Reimagined 2023. Además, nuevos trabajos y perfiles, como los de especialistas en IA generativa, se prevé se disparen en los próximos cinco años. Incluso se habla ya de un nuevo perfil: los prompt engineers, referida a los especialistas enfocados en potenciar el uso de modelos de lenguaje basados en inteligencia artificial.
Sin embargo, a pesar de los efectos positivos de la IA generativa en la productividad y en la flexibilidad del trabajo, tengamos en cuenta que esta tecnología no va a cambiar el desequilibrio estructural que ya existe en los conocimientos y las habilidades más demandados. Ni evitará la actual enorme rotación que hoy se da en el mercado laboral de profesionales con perfiles tecnológicos.
Teniendo en cuenta este nuevo entorno, las empresas tienen que seguir analizando cómo mejorar la formación de sus empleados si no quieren quedarse atrás en el nuevo paradigma que impondrá la IA generativa. Igualmente, los empleados deberán ser conscientes de la importancia de adquirir y desarrollar este tipo de skills, tanto para estar preparados para los avances tecnológicos venideros, como para mantener su atractivo en un mercado laboral competitivo y globalizado. Algo esto último que, sorprendentemente, sigue siendo una baja prioridad tanto para empresas como para empleados, según datos de la encuesta de EY.
En esta nueva realidad laboral derivada de la IA generativa, las organizaciones deberán reevaluar las competencias de su capital humano, tanto técnicas en campos como la IA generativa, como las relativas a soft skills (el pensamiento crítico y la resiliencia). Y deberán ser capaces de medir cómo su estrategia de talento está respaldando los objetivos empresariales, los compromisos con la diversidad, equidad e inclusión, y cómo implementar una cultura organizacional basada en la confianza.
Los nuevos tiempos nos obligan también a redefinir el concepto de oficina y valorar cuál debe ser, en este nuevo entorno, la experiencia del empleado. La flexibilidad laboral seguirá siendo una expectativa básica, por lo que la oficina deberá servir para impulsar la cultura corporativa, la productividad y la intención de permanecer. Por tanto, un espacio de trabajo bien diseñado, que promueva las conexiones sociales y la cultura empresarial, tendrá sin duda un alto retorno de la inversión.
Por último, en la oficina o en remoto, nuestras empresas deberán ser garantes de ecosistemas de trabajo donde el liderazgo esté plenamente alineado con las nuevas formas de trabajar, sin olvidar que en el centro deben seguir estando las personas. Y un liderazgo que deberá también ser capaz de entender y dar respuesta a los nuevos esquemas culturales, formativos o retributivos de una estructura laboral, en la que la tecnología tendrá cada vez más el papel protagonista. Y que hará que empresas y empleados debamos situarnos de nuevo en la casilla de salida para replantearnos, en este nuevo contexto, todo de nuevo.