
El presidente Sánchez cierra la crisis de Gobierno originada por la marcha de Nadia Calviño al BEI separando el Ministerio de Economía, que será dirigido por Carlos Cuerpo, de la Vicepresidencia primera, a la que asciende María Jesús Montero. A ello se suma el traslado de Función Pública al Ministerio de Transformación Digital, dirigido por José Luis Escrivá. De estos movimientos, el más acertado se identifica con la llegada de Cuerpo a Economía. A su sólida formación y su experiencia en la Administración (dentro del equipo de la propia Calviño), el ya exsecretario general del Tesoro suma una brillante gestión de las emisiones de deuda y de la negociación con inversores. Queda garantizado así el imprescindible perfil técnico e internacional que el desempeño de sus nuevas labores exige. Es necesario insistir, no obstante, en que pese a tan valiosas credenciales, Sánchez no le otorga la Vicepresidencia primera.
El jefe del Ejecutivo toma así la muy negativa decisión de politizar ese cargo confiándolo a quien, además de ministra de Hacienda, es la número dos del PSOE. Montero se refuerza así para garantizar las concesiones de los socialistas al independentismo en materias tan delicadas como la autonomía fiscal catalana o la reforma de la financiación autonómica. Ahora bien, Cuerpo relevará a Calviño en la presidencia de la Comisión Delegada. Nunca debe desdeñarse un cargo como ése, que otorga al nuevo ministro la capacidad de decidir el orden del día de los Consejos de Ministros, y permite en la práctica vetar iniciativas, una competencia de gran valor para poner coto a las presiones que Sumar ya ejerce. Cuerpo concentra así el poder económico y se convierte en el referente indiscutible en esta materia del Gobierno.