
Las agresivas subidas de tipos en la eurozona para controlar la inflación, del 0% al 4,5% en menos de año y medio, han encarecido los créditos para adquirir vivienda. Esto debería haber desplomado la demanda y, en consecuencia, frenar el precio de los inmuebles. Pero tal circunstancia no ha ocurrido, pese a que las ventas sí que han caído. Así, el coste medio de la vivienda libre subió un 4,2% en el tercer trimestre, hasta máximos de 2010. Un incremento que obliga a ahorrar más de seis años de salario íntegro para convertirse en propietario en ciudades como Madrid y Barcelona. En concreto, el esfuerzo en la capital española asciende a 6,39 años (16,24 si se trata del barrio Salamanca), mientras que en la ciudad condal se eleva a 6,71 años (18,60 en Ciutat Vella, la zona más cara).
Entre las razones que explican que el precio de la vivienda se mantenga resiliente a pesar del alza de tipos del BCE está el aumento de costes en la construcción, la situación financiera desahogada de las familias y el aumento significativo de los flujos de inmigración. Con todo, el principal motivo que impide la caída de los precios pese a sumarse seis meses de desplomes a doble dígito en la demanda de hipotecas reside en que la oferta de vivienda sigue siendo limitada e insuficiente para cubrir las necesidades de la población. De hecho, el número de visados de obra nueva, 115.000 en un año, es muy inferior a la creación neta de hogares, 286.000 en el mismo tiempo). Para revertir esta situación es necesario liberar suelo finalista en grandes desarrollos que están bloqueados, lo que aumentará la oferta de obra nueva. Asimismo, también debe fomentarse la colaboración público-privada para impulsar el parque de viviendas en alquiler, segmento donde tampoco bajan los precios.