
Mira que es típica la pregunta y casi todas las veces que me la han hecho me ha sentado fatal. Las primeras veces porque, en realidad, yo lo que no quería ser mayor. Y ya últimamente, porque sospecho que para muchas cosas he llegado a serlo. Pero, independientemente del contexto, la 'preguntita de marras' te genera un proceso mental de generación de expectativas (con su correspondiente gestión de expectativas después) y requeriría un tiempo tan largo de pensar y de explicar, que, al final, es mucho mejor despacharla con un "pues, no lo sé". Y, en realidad, algo hay que saber o al menos prever.
Es mucho más fácil que te pregunten: ¿qué no quieres ser de mayor? y avanzar por descarte. Aquí sí tengo una primera respuesta que me sale al vuelo: no quiero ser dependiente. Lamentablemente, uno no sabe lo que la salud o la mala fortuna le pueden deparar en el futuro, pero, en el terreno económico, sí es algo más factible sentar las bases para que nuestra independencia financiera esté, si no asegurada, por lo menos sí bien fundamentada.
Empecemos por unos conceptos básicos. Lo habitual es que, llegado un punto en nuestra vida, nuestra generación de ingresos se reduzca en una proporción mayor de lo que lo hacen nuestros gastos. Ese momento suele coincidir con la jubilación. Pero pueden darse otras circunstancias que provoquen ese mismo efecto, como una baja laboral permanente, un mal momento duradero en un pequeño negocio, etc.
Esa merma en los ingresos (que en algunos casos supone percibirlos ya no de nuestro trabajo, sino de un sistema de previsión social, luego sin capacidad propia de variarlos) debe verse, por tanto, compensada por un ahorro previo, o por una reducción muchas veces dolorosa, otras veces traumática, de los gastos. Y este dilema es, por desgracia, cada vez más frecuente en nuestra sociedad.
De este modo, la palanca que está en nuestras manos es la capacidad de ahorro, mientras somos capaces de generar esos ingresos. Es decir, apartar una parte de nuestra capacidad de consumir hoy, para poder consumir mañana. O invertir en activos hoy, para no tener que arrendarlos mañana. Hasta aquí, espero no haber perdido a nadie por el camino.
El segundo problema es que el dinero que aparté con 35 años para poder usarlo cuando cumpla 70 va a verse deteriorado por el camino. Es nuestra nueva vieja amiga: la inflación. Así que no es suficiente apartar ese dinero. Hay que invertirlo de manera que, cuando tenga que usarlo, tenga capacidad para hacer con ello lo mismo que cuando lo aparté, por lo menos. Si no mala idea fue ahorrarlo. Aquí viene otra mala noticia: sin algún nivel de riesgo, no se bate a la inflación a largo plazo.
Así que vamos a tener que, no solo aplicarnos una cierta disciplina y autocontrol para apartar algo de nuestro dinero para el futuro, sino que además vamos a tener que saber qué hacer con él a largo plazo para que ese esfuerzo diario termine sirviendo para algo. Y hasta aquí las malas noticias, ahora las buenas.
Primera buena noticia, especialmente para los más jóvenes. El riesgo bien asumido paga con el tiempo y vosotros tenéis ese tiempo. Así que, si somos capaces de invertir a largo plazo por encima de la inflación, parte de ese dinero que tendríais que apartar mes a mes, lo va a terminar poniendo la propia inversión.
Además, ese pequeño efecto anual, cuando lo proyectamos por décadas, genera un efecto inmenso. No es necesario ser un astro de las finanzas, solamente asumir algo de volatilidad en el corto plazo (años buenos, años malos) para incrementar nuestros recursos a largo plazo.
Segunda buena noticia (y esta es para todos). Si en realidad estamos hablando de elegir un nivel de riesgo asumible y que encaje con mi situación financiera presente y futura, hoy el sistema financiero y de previsión es capaz de ofrecer acceso a una enorme variedad de activos con muy baja fricción operativa y a costes muy competitivos. No es necesario ser un experto ni conocer, pero sí es necesario dejarse conocer por un experto. Si no se siente cómodo tomando estas decisiones, déjese asesorar. Deje que sean otros quiénes tomen las decisiones en un vehículo o estrategia que le encaje. Y, aunque le moleste tanto como a mí… deje, aunque sea por esta vez, que alguien le pregunte qué es lo que quiere ser de mayor.