
En la novela de Robert Louis Stevenson (1886) el Doctor Jekyll tenía buenas intenciones. Pretendía separar el lado maléfico de la persona, aislándolo. Pero el brebaje que inventa produce lo contrario. El mal se apodera de la personalidad del pacífico doctor convirtiéndolo en Mr. Hyde. Un asesino en serie. Y cada vez que se tomaba la pócima más cruel se volvía.
La teoría de la doble personalidad en política ya ha sido utilizada por Sánchez. Recordemos una ministra que, ante el cambio de opinión de su presidente, aclaró que una cosa era Sánchez, secretario del PSOE, y otra Sánchez presidente del Gobierno. El segundo podía opinar lo contrario de primero, porque eran situaciones y personalidades distintas. De manera que una cosa es lo que se opina cuando es candidato, y otra la que se ejecuta cuando se ha conseguido el sillón.
Puigdemont es consciente de eso. Por esa razón ha querido atar al máximo posible el acuerdo. La Ley de Amnistía debe ser conocida antes del inicio de la investidura y, a poder ser, presentado su proyecto en el Congreso de los Diputados. El resto de los acuerdos, pendientes de negociar, deben ser analizados por un "relator internacional". La negociación debe ser bilateral, entre el Gobierno del Estado español y los teóricos representantes del "pueblo catalán"; y así sucesivamente.
Tantas precauciones indican que ninguno de los dos firmantes se fía del otro. En especial Junts no se fía del PSOE, algo razonable desde su punto de vista. Porque cuando un candidato asciende a la jefatura del Gobierno en teoría, sin dejar de ser un miembro de partido, se convierte el presidente de todos los españoles y, en consecuencia de todos los catalanes.
Una sociedad, la española, que está dividida y crispada. Si el Doctor Sánchez-Hyde quiere la concordia, tendrá que tomar decisiones, que no agudicen más la controversia. En ese sentido ¿cómo va a aplicar un pacto que tiene en estos momentos en contra a toda la judicatura, a la mitad (o más si se mide en votos y no en escaños) del electorado, a muchas instituciones, empresas y patronales. Incluso Foment del Traball, que ha saludado el acuerdo por lo que supone de estabilidad, recela que lo consiga.
Vaticino que no faltará mucho para que sus más fervientes partidarios, los sindicatos de clase (es decir, de izquierdas), empiecen a tener disensiones internas y mostrar discrepancias con las consecuencias del pacto. La teoría democrática es que el candidato gana con el apoyo de sus partidarios. Pero luego gobierna para toda la sociedad. Es presidente de España, no sólo de una parte de ella. Si se gobierna respondiendo sólo a una parte de la sociedad se quiebra la confianza en el poder político por parte de quienes se consideran atropellados. Un gobernante "prudente" actúa con tacto. Mantiene un equilibrio respetando las minorías y teniendo en cuenta sus aspiraciones. Tanto si son minorías reducidas, como si son amplias. Y, en este caso, son casi la mitad de la sociedad o más.
Ante esa coyuntura, el futuro presidente Sánchez puede tomarse la pócima y convertirse en Mr. Sánchez-Hyde olvidándose del bien común o seguir buscándolo. Él, coreado por sus "ministrables" y aliados, asegura que busca la concordia. Pero si en su gobernanza deja fuera la mitad o más de los españoles, el conflicto no sólo no se calmará, sino que se agudizará. Y cada vez que beba la "pócima del pacto" peor. Incluso en Cataluña la división es mayor. Una gran parte de la sociedad está en contra o fuera del pacto firmado. Llevarlo a cabo es falta de prudencia, soberbia e irrealidad y todo eso se paga.
De manera, que, aunque es casi seguro que Sánchez va a ser investido PRESIDENTE (así, con mayúsculas). Una vez lo sea, tendrá que conjugar los sentimientos, intereses y emociones de toda España ¿Lo va a hacer o se enrocará en una posición de una parte contra la otra? ¿Será el presidente de todos o el Sánchez-Hyde de sus aliados?
En ese dilema los dirigentes de la oposición tienen también un papel importante. Una cosa es la discusión antes de la investidura. Otra es ser Jefe de la leal oposición. Feijóo tiene también una gran responsabilidad. Así como el resto de la oposición. En 1977 fui elegido diputado al Congreso por Valencia con las siglas de la UCD que capitaneaba Adolfo Suarez. Gracias al buen hacer de aquella clase política España se ha desarrollado como nunca; hemos entrado de pleno derecho en la Unión Europea y se creó la Constitución más duradera y fructífera de nuestra historia moderna ¿Será capaz esta clase política actual de hacer algo igual? todo depende de que Sánchez cumpla con su deber de presidente de todos. ¿Y Puigdemont y sus amiguetes? Pues estarán amnistiados y él con un buen sueldo en Bruselas ¿qué más quieren?