
La bolsa se había adentrado en un mercado de corrección, con caídas en muchos valores superiores al 10%. En las últimas seis semanas se habían impuesto los números rojos y el sentimiento inversor había escalado al mayor de los pesimismos. Los que opinaban que era la tensión de Oriente Medio se fijaban más en el dedo que apunta a la luna que en el astro donde está el problema. La corrección ha estado condicionada por un bono estadounidense que alcanzaba el 5% de rentabilidad. Esto era un imán que atrae dinero de otros activos. Pero cuando el Tesoro americano manda el mensaje de emitir cada vez más a corto plazo es una señal inequívoca de que ve más pronto que tarde una bajada del precio del dinero. El bono ha vuelto al 4,65% y la bolsa ha rebotado con fuerza. La brújula está clara.