
El dato es además de preocupante muy revelador. Los españoles somos hoy más pobres que hace 23 años. Y lo dice Eurostar, la oficina de Estadísticas comunitarias, que no es sospechosa de conspiraciones judeomasónicas contra el sanchismo gobernante. En concreto, nuestro poder adquisitivo es hoy un 0,7% inferior al del año 2000, siendo sólo superados en este ranking negativo por Italia y Grecia.
Pero si la comparación la hacemos con respecto al año 2019, coincidiendo con los gobiernos de Sánchez, el poder adquisitivo de los españoles ha caído nada menos que un 7,85%, el mayor descenso de todos los países miembros de la OCDE y duplicando prácticamente a nuestro inmediato antecesor, Portugal, cuyos ciudadanos perdieron sólo un 4,14%. Mientras que países como Polonia y Estonia mejoraban su poder adquisitivo un 7,16% y un 6,53%, respectivamente, y la media de esta organización que agrupa al conjunto de los países desarrollados muestra una subida del 1,87%.
La evolución de los salarios por debajo de la escalada de la inflación es una de las causas de este deterioro. Sí, pero no la única. Porque teniendo en cuenta que la subida de los precios afecta a todos los países, la evolución entre precios y salarios depende fundamentalmente de las políticas económicas que aplican los gobiernos y que en el caso de España se caracterizan por su agresividad contra las empresas, que son las que crean empleo y riqueza, por un gasto público improductivo que se dedica en gran parte a pagar los excesos de una Administración elefantiásica, por su incapacidad por gestionar los fondos europeos y, sobre todo, por una política fiscal esquilmatoria y abusiva sobre las empresas, las familias y los particulares. En definitiva una política antieconómica y antisocial, contraria a la que desarrollan el resto de nuestros socios europeos.
Pero aún hay más. El informe sobre el Estado de la Pobreza en 2022, elaborado por European Anti Poverty Network, indica que el 26% de la población española, más de 12.189.000 personas, están en riesgo de pobreza o exclusión social. Al tiempo que el XIII Informe El Estado de la Pobreza en España. Seguimiento de los indicadores de la Agenda UE 2030. 2015-2022, elaborado por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES), resalta que un total de 1,4 millones de personas con educación superior en España están en riesgo de pobreza, el doble que en 2008 y la más alta de todo el período analizado.
Y si hablamos de la situación del mercado laboral vemos que el número de desempleados registrados en los Servicios Públicos de empleo se elevaba en septiembre a 3.212.807 y subiendo, y que más de un millón de personas están en situación de subempleo, que la contratación acumulada en los nueve primeros meses ha caído en 2.596.759 contratos (-18,32%) respecto a igual periodo del año anterior.
Esto, con el añadido de que sólo el 16% sobre el total de contratos registrados son indefinidos a tiempo completo; lo que confirma que, como apuntan desde el Gabinete de Estudios de USO, se está troceando el empleo existente y creando una situación donde tener un contrato indefinido no implica tener un salario que permita llegar a fin de mes.
Claro que, mientras esto ocurre en la economía real, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, se dedica a viajar a Waterloo a entrevistarse con un prófugo de la Justicia y a pregonar una jornada de 32 horas, que supone fomentar el subempleo, ante su incapacidad para crear nuevos puestos de trabajo. Y el presidente del gobierno dedica su tiempo a hacerse fotos sonriente con los herederos de los terroristas de ETA y a negociar una amnistía y la venta de España con los golpistas catalanes a cambio del plato de lentejas de una investidura. Todo ello con la complicidad y sumisión de la presidenta del Congreso que mantiene secuestrado al Parlamento.
Y con este panorama todavía algunos se extrañan de que los argentinos hayan votado en mayoría al ministro peronista que les ha empobrecido y destruido la economía del país. Pues eso, la paja en el ojo ajeno sin reparar en la viga que tenemos en el propio.