Opinión

La brecha de comunicación del euro digital

  • Justificar el valor añadido de la nueva moneda basándose en su uso minorista es poco convincente
  • Sí supone un gran valor en el mercado mayorista transfronterizo para la economía de la UE

El euro digital será probablemente una realidad en un futuro no muy lejano. Para el consumidor europeo, sin embargo, aún no está claro qué diferencia supondrá para su bienestar. Sigue existiendo una brecha entre el compromiso de las instituciones europeas de invertir en una moneda digital del banco central y la comprensión por parte del público de por qué ello redunda en su beneficio. Para cerrar esta brecha, el énfasis de la comunicación debería desplazarse del euro digital para uso minorista a su uso mayorista.

Casi todos los bancos centrales del mundo se plantean la emisión de una moneda digital. Cada uno tiene una razón diferente para perseguir el proyecto. El Banco Central Europeo se encuentra en una fase muy avanzada de reflexión sobre el euro digital y anunciará a finales de año cuáles serán las próximas etapas. La Comisión Europea ya ha propuesto un marco jurídico para el euro digital que se debatirá después de las elecciones europeas de junio.

El BCE ha presentado tres argumentos a favor de la creación de un euro digital para uso minorista:

1) La necesidad de crear un equivalente digital del efectivo en la era de la digitalización;

2) El fomento de la inclusión financiera;

3) La creación de un medio de pago europeo universal para reducir la dependencia de la UE de los proveedores extranjeros de servicios de pago, que dominan el mercado.

Pero ninguno de estos argumentos es convincente, ni el euro digital es necesariamente la mejor solución a los problemas que el BCE dice querer resolver.

En primer lugar, el uso del efectivo sigue siendo muy importante en la UE. El efectivo se sigue utilizando para algo menos de la mitad del valor de todas las transacciones. Esto podría cambiar, pero la amenaza de que desaparezca no existe. De hecho, como sostiene el propio BCE, el euro digital no está destinado a sustituir al efectivo, lo que socava la justificación de un equivalente digital del efectivo.

En segundo lugar, no existe un problema urgente de inclusión financiera en la UE. Más del 90% de los ciudadanos de la UE tienen una cuenta bancaria, por lo que, en principio, la mayor parte de la población tiene acceso a los servicios financieros. Para reducir aún más la exclusión financiera, es crucial entender por qué menos del 10% de la población no tiene acceso a una cuenta bancaria. Un documento muy novedoso del Banco Central de los Países Bajos sostiene que siempre habrá un segmento de la población que no tenga conocimientos digitales, por lo que más soluciones digitales no responderán a sus preferencias o necesidades.

El tercer argumento esgrimido por el BCE se refiere al aumento de la autonomía estratégica de Europa. Es cierto que, aunque cuenta con sistemas de pago avanzados, la UE no dispone de un pago único que abarque a todos los países. El euro digital podría aportar una solución a un mercado de pagos actualmente dominado por empresas de fuera de la UE.

Aquí hay dos cosas importantes: la UE dispone de un sistema de pago instantáneo (TIPS), pero no lo utiliza plenamente. ¿Por qué? La implantación de los pagos a través del sistema existente contribuiría en gran medida a reducir la dependencia de proveedores extranjeros. En segundo lugar, la idea de reducir la dependencia de empresas de fuera de la UE debe justificarse cuidadosamente. ¿Cuál es la amenaza inminente? ¿Existen soluciones europeas que garanticen al consumidor una mejor situación, o se perseguirá la autonomía estratégica a expensas del bienestar del consumidor?

Insistir en justificar el valor añadido del euro digital basándose en su uso minorista es, en el mejor de los casos, poco convincente.

En cambio, el euro digital puede ser de gran valor en el mercado mayorista transfronterizo. En otras palabras, si puede ser utilizado por los bancos de la UE para realizar pagos entre distintas monedas. Podría decirse que la disponibilidad de euros digitales al por mayor en un mundo en el que existen monedas digitales de bancos centrales en muchas jurisdicciones podría ser revolucionaria.

En primer lugar, las pruebas realizadas en el Banco de Pagos Internacionales con la participación de algunos bancos centrales demuestran que los CBDC pueden ofrecer enormes ahorros de tiempo y costes. Estos beneficios son económicamente muy tangibles y transformarán el panorama de los pagos.

En segundo lugar, los comerciantes e inversores podrían mover fondos entre dos países cualesquiera en la moneda de su elección sin depender de la infraestructura de liquidación de las grandes divisas, principalmente el dólar y el euro. Aunque esto no es algo que vaya a ocurrir en los próximos años, es la dirección a seguir. La UE tiene que estar presente en los debates sobre el establecimiento de normas, que están teniendo lugar ahora, si quiere conservar un papel significativo para el euro a escala internacional.

Esto es exactamente a lo que debe referirse la comunicación sobre las ventajas del euro digital. Cómo la UE tiene una capacidad única para contribuir a la configuración actual de las normas, teniendo en cuenta toda la reflexión avanzada sobre cómo diseñar un euro digital; cómo los pagos transfronterizos (entre divisas) serán mucho más rápidos y eficientes y cómo, al participar ahora en los debates mundiales, la UE podrá diseñar la diplomacia financiera para promover mejor sus intereses.

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