
El FMI actualizó sus previsiones económicas mundiales y pronostica un escenario de desaceleración. La eurozona será la zona más afectada con un impulso del PIB del 0,7% en 2023 y del 1,2 en 2024, tres décimas menos que en la anterior estimación. Evidentemente España se contagiará de este frenazo. No en vano, el organismo internacional recorta tres décimas la mejora de la economía para el próximo ejercicio, dejándola en el 1,7%.
Pese a ello nuestro país será el que más crezca de la zona euro en 2024. La razón de la rebaja de las estimaciones del FMI respecto a su informe de verano está en la debilidad de las economías enfocadas a los servicios una vez ya han completado la recuperación post-Covid. Pero, sobre todo, por los precios que seguirán al alza durante 2024. Un buen ejemplo de ello es España donde el FMI eleva siete décimas la previsión de inflación para el próximo año, hasta el 4%. Un porcentaje que se asemeja bastante al de las previsiones de otros organismos como el Banco de España o Funcas. Todos ellos argumentan el alza de los precios por los alimentos pero, sobre todo, por los componentes energéticos. Algo comprensible si se tiene en cuenta que el recorte de la producción de la OPEP+ y la falta de inversiones en exploración anticipan un largo periodo de costes altos en el petróleo. Por si fuera poco, estas previsiones se han realizado antes de comenzar la guerra en Oriente Medio, que amenaza con elevar aún más el precio del crudo. Un factor añadido que evidencia que la inflación seguirá siendo un problema a resolver en 2024, lo que dañará el consumo. Por si fuera poco, la persistencia del elevado IPC puede obligar al BCE a mantener los tipos altos durante más tiempo del previsto, lo que generará más daño a la actividad.