Opinión

La ¿nueva? normalidad de los altos tipos de interés

  • Los tipos han alcanzado sus niveles máximos de los últimos 20 años en gran parte de Occidente
Imagen de la sede del Banco Central Europeo (BCE).

Pocas palabras tan aparentemente inofensivas pueden despertar tanta controversia como la normalidad, porque, en última instancia, ¿quién decide lo que juzga o no normal, más que la propia experiencia personal?

Pese a que en finanzas, como en el caso de otras ciencias numéricas, podemos tirar de datos históricos para demostrar que los actuales niveles alcanzados por los tipos de interés no son en absoluto anómalos bajo un contexto histórico, igualmente es cierto que están en sus niveles máximos de los últimos 15 o 20 años en gran parte del mundo occidental, y por tanto, una gran parte de las generaciones que actualmente están tomando decisiones financieras de calado, o que las han tomado recientemente, están lidiando con un escenario que para ellos es totalmente desconocido. Es decir, lo que para los economistas es normal para ellos es, como poco, una nueva normalidad.

Así que repasemos unos conceptos un tanto básicos para el lector más experto. ¿Por qué suben los bancos centrales los tipos de interés? ¿Es que quieren perjudicar a la economía? La respuesta breve es que sí, a corto plazo sí. Restringiendo el acceso a la financiación, o cuanto menos encareciéndola, los bancos centrales pretenden enfriar la demanda para controlar los precios, y eso lleva a un enfriamiento económico. ¿Y por qué lo hacen entonces? Para prevenir lo que juzgan un mal mayor, una espiral inflacionista a medio plazo que, más allá de incrementar los precios y generar graves desequilibrios en los mercados (burbujas de precios, desajustes en el mercado laboral…), si se perpetúa, puede terminar afectando a la propia visión del dinero como algo valioso, y eso son palabras mayores. Abundan los ejemplos a lo largo de la historia y de la geografía de crisis inflacionarias que derivan en catástrofes monetarias.

Ahora que los tipos han subido, y que ya sabemos el por qué, la siguiente pregunta es qué puede ocurrir desde aquí. Seguramente las generaciones más jóvenes estén esperando una respuesta que les devuelva a lo que ha sido su propia normalidad, tipos ultra bajos y duraderos. Pero por el momento, siento ser yo el portador de malas noticias. Aunque parece claro que los tipos van a dejar de subir por el momento (y he dicho claro, que no seguro), e incluso el año que viene podamos ver alguna bajada, eso no significa en absoluto volver a los niveles anteriores, ni en Europa ni en Estados Unidos. De hecho, los mercados descuentan un periodo prolongado con los tipos en torno al 3% y 4% respectivamente.

Obviamente, todo eso dependerá de cómo vaya evolucionando la situación en términos de inflación, crecimiento y solidez del mercado laboral. Nadie tiene la bola de cristal, y menos aún los mercados. Pero, parece más prudente comenzar a pensar en términos de tipos "normalizados" como los entienden las generaciones anteriores. ¿Y eso qué significa?

A la hora de consumir, si decidimos recurrir a préstamos o créditos de cualquier tipo, debemos ser conscientes de que ese coste va a ser muy superior y tanto más cuanto mayor sea el plazo al que nos financiemos. Así que mentalmente iremos mejorando en el ejercicio de medir el coste real de lo que consumimos a crédito. Y en el caso de la inversión, el encarecimiento del crédito supone que el activo que adquiramos tendrá que ser también más rentable para soportar ese coste de financiación, así que el proceso de decisión de cómo de útil o rentable es ese bien, será también más complejo y arriesgado. Y eso es exactamente lo que se pretende subiendo los tipos de interés.

Y a la hora de ahorrar, toca reencontrarse con la renta fija en nuestras carteras como vía para obtener retornos estables, por una parte, y también como elemento de descorrelación en escenarios de recesión o enfriamiento económico adicional. Tras una década en la que tener liquidez, o recibir flujos de efectivo podía llegar a resultar incluso inconveniente por el efecto de los tipos negativos, ahora toca replanteárselo. Un exceso de liquidez en las carteras seguirá siendo poco interesante mientras la inflación siga elevada, puesto que siempre recibiremos una remuneración que no será suficiente para compensar la inflación si nos mantenemos en caja; pero, por otra parte, tenemos la posibilidad de tomar algo más de plazo en nuestra cartera de renta fija para paliar ese efecto, construyendo carteras más equilibradas en riesgo que las que hemos visto en los últimos años.

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