Opinión

Contratos fijos: la nueva pobreza

  • De cada cien contratos en España, menos de 14 fueron indefinidos a jornada completa
  • Además, los contratos fijos discontinuos superan el número de contratos indefinidos
Empleado infeliz.

El mapa técnico del mercado laboral español arroja ahora la doble paradoja de que al mismo tiempo que aumentan los contratos indefinidos, aumentan también, por un lado, los contratos a tiempo parcial no voluntarios, esto es, contratos firmados nominal o formalmente para realizar una jornada reducida que el trabajador quisiera que fuera completa. Y, por otro lado, aumentan también los contratos fijos discontinuos. Los datos inquietantes son estos: en el pasado mes de julio, de cada cien contratos celebrados, menos de 14 fueron contratos indefinidos a jornada completa. Sin embargo, casi 40 de cada cien contratos a jornada completa fueron temporales. Por tanto, la gran mayoría de contratos indefinidos son a tiempo parcial y la gran mayoría de los contratos a jornada completa son temporales. Además, los contratos fijos discontinuos superan el número de contratos indefinidos a tiempo completo. Todo esto permite señalar que nuestro mercado laboral no tiene buena salud.

La causa de esta anomalía es que el paro es muy elevado. Esa es la realidad. El empleo disponible es tan escaso que el mercado lo reparte en trozos incompletos. Y para generar empleo indefinido tiene que recortar la jornada de esos mismos empleos. A la vez, para generar empleos a jornada completa, tiene que reducir la duración del contrato y hacerlos temporales. Como se ve, esto se parece al problema de la manta pequeña en una cama para dos: se tira de un lado para cubrir a un durmiente y se destapa al otro. Pero en el caso del empleo es todavía peor porque ninguno tiene la manta entera dado que la mayoría de los contratos iniciales a jornada completa son temporales y en el caso de los fijos, la mayoría son a tiempo parcial.

Ahora hay que señalar que un contrato a tiempo parcial no solo se caracteriza por la reducción de la jornada, sino sobre todo por la reducción proporcional del salario. Por lo tanto, si los trabajadores no disponen de empleos a tiempo completo, sino empleos a tiempo parcial, entonces reciben un salario reducido con el que no pueden afrontar sus gastos ni los de su familia. Y se genera así una nueva pobreza inédita hasta hace relativamente poco tiempo, que consiste en tener empleo, incluso un empleo fijo y a pesar de estar trabajando y recibir un salario, encontrarse irremediablemente en el ámbito de la pobreza. Y muy especialmente en un contexto inflacionario en el que, por otra parte, la carga impositiva y la presión fiscal hacen el resto.

A pesar de esta situación, el gobierno agita la alta cifra de trabajadores afiliados –con contrato- como si tal circunstancia reflejara la situación del mercado laboral, siendo así que lo que importa son las formas contractuales y las condiciones de los trabajadores que soportan la escasez de empleo. Esto es, que el reciente incremento de los afiliados, que el gobierno exhibe triunfalmente, reiteradamente, está mostrando exactamente lo contrario: muestra que la manta del empleo es muy escasa y hay que repartirla recortando jornadas y recortando empleo indefinido. Es por eso que, a pesar del incremento de afiliados, el número total de horas trabajadas en el país no crece, sino que disminuye. Dicho claramente: en España se trabaja menos, hay menos empleo, por menos salario y con un descenso de la productividad desde que la ministra Díaz dirige los asuntos de los que no sabe nada o que no le importan. No hay nadie al volante.

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