
Consumada la mayoría Frankenstein en la Presidencia y la Mesa del Congreso, en los círculos políticos y también en muchos medios de comunicación, parecen haberse olvidado de que, el Senado también existe y cuenta. Y que, por mucho que quieran enmascararlo desde el sanchismo, el auténtico ganador de las elecciones del 23-J ha sido el Partido Popular con 137 escaños en el Congreso, 40 más de los que tenía y 16 por encima del segundo, y con mayoría absoluta en la Cámara Alta, además de tener prácticamente todo el poder territorial en las autonomías y en los ayuntamientos y disponer de hasta cuatro posibilidades de presentar mociones de censura. Resultados que, en caso de investidura de Pedro Sánchez, otorgan a los populares un poder de control y de contención frente a Sánchez y sus socios de la Frankenstein.
El problema está en saber si el Partido Popular, en su actual situación de frustración y desconcierto y con la actual dirección tiene capacidad para saber utilizar ese poder. Las caras, dicen, son el espejo del alma y la imagen que reflejaban el pasado jueves en el Congreso los miembros de la bancada popular no eran la de un partido ganador, sino la de un partido desmoralizado, desnortado, débil, aislado, sin estrategia y sin mensaje.
Nadie puede ni debe cuestionar el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo, que en poco más de un año ha llevado a los populares a arrasar en las elecciones municipales y autonómicas y a ganar las generales, pero se impone una renovación profunda del actual equipo de dirección, que aterrizando desde sus comunidades han demostrado no sólo su desconocimiento de la capital del Reino y de las reglas de la política nacional, sino que no han sabido definir un patrón de relación con Vox, elaboraron unas listas no representativas y definieron una campaña electoral plagada de errores.
Los 143 senadores populares, de los 266 que componen la Cámara Alta, representan una salvaguarda que configurará cada ley o gran decisión del Ejecutivo, además que esa mayoría absoluta será fundamental para la defensa de la Constitución, dado que cualquier modificación de nuestra Carta Magna exige el respaldo del Senado. De esa forma cualquier cesión de Sánchez a la exigencia de Puigdemont de amnistía o de celebrar una consulta de autodeterminación en Cataluña, sería imposible de llevarse a cabo por el veto del Senado.
Como apuntan destacados expertos en derecho constitucional la condición de la consulta es de "imposible cumplimiento". Requeriría una previa reforma constitucional, "hoy inviable sin el concurso o consenso del Partido Popular, que ostenta una minoría de bloqueo para cualquier reforma constitucional en el Congreso de los Diputados y la mayoría absoluta en el Senado" y que no daría su conformidad a una reforma de semejante contenido.
Además, los populares pueden retrasar la tramitación de las leyes del Congreso, vetar el techo de gasto de los Presupuestos, tener la última palabra al aplicar un 155 y elegir puestos claves en el Poder Judicial. En el caso de las leyes, los senadores disponen de un plazo de dos meses para modificar leyes de forma ordinaria o de 20 días si se trata de una tramitación urgente. Aunque aquí es donde el presidente de la Cámara alta puede jugar las bazas que considere necesarias dentro de la ley para postergar o acelerar los plazos.
Y en la tramitación de los Presupuestos, una vez aprobados los en el Congreso, pasan al Senado, como cualquier otra ley. Pero la Cámara alta puede presentar enmiendas para modificar partidas de gastos en condiciones muy estrictas: por cada partida de gasto que cambie, debe modificarse el resto de los gastos de esa misma parte del Presupuesto para que cuadre. Otra vez la tramitación y sus tiempos son claves, en función de lo que vaya decidiendo la presidencia y las comisiones de senadores para agilizar las cuentas públicas del año siguiente en tiempo y forma, con el añadido de que la negociación con los grupos puede provocar cambios inesperados para Moncloa.
Mecanismos, armas y argumentos para hacer una oposición trascendente y decisiva existen, lo que hace falta es saber si quien los tiene da la talla y sabe usarlos.