Los títulos de Deutsche Bank se desplomaron un 8,53% en la sesión de ayer, aunque durante el día llegaron a caer más del 13%, provocando una nueva jornada de números rojos en el sector financiero y en los principales índices europeos. El origen de todo ha sido la decisión del banco alemán de amortizar anticipadamente un bono de deuda subordinada que vencía en 2028. Con ello, la entidad quería demostrar su solidez. Pero el mercado ha entendido justamente lo contrario, comprando que Deutsche podía ser el siguiente banco en colapsar, tras la caída del SVB y la crisis de Credit Suisse.
A ello ha contribuido también que el riesgo de incumplimiento crediticio (CDS) de la entidad alemana se ha disparado en las últimas horas hasta máximos de 2018 (15%). Sin duda, Deutsche Bank ha cometido un grave error al dar el paso de amortizar deuda en un momento en el que el sector financiero está en el punto de mira de los inversores. Pero la realidad es que para los analistas Deutsche goza de posiciones de liquidez capital elevadas, lo que descarta que pueda convertirse en el próximo Credit Suisse.
Todo apunta, por tanto, a que Deutsche ha sufrido un ataque especulativo que se revertirá la próxima semana. Pero también es verdad que lo sucedido ayer impide poner fin a una crisis bancaria que, desde luego, no es equiparable a la generada por Lehman, pero que sí provocará una restricción del crédito, que afectará a la economía.
Deutsche Bank extiende una tormenta financiera que para más de la mitad de los gestores provocará recesión
De hecho, el 54% de los gestores consultados por elEconomista estiman que los nubarrones del sistema financiero conducen a un escenario de recesión o estanflación. Una perspectiva negativa que puede enturbiarse aún más con el endurecimiento de la política monetaria de los bancos centrales para tratar de frenar la inflación.