La renegociación de hipotecas se duplica en España al situarse actualmente por encima del 6% de la cartera de este tipo de préstamos ya concedidos. Se trata de un fenómeno por completo previsible considerando que tuvo lugar en los dos últimos meses de 2022, precisamente aquellos en los que se notaron de modo incontestable los efectos en el euríbor de las alzas de tipos acumuladas en la eurozona durante todo el año pasado. Siempre que se endurecen con intensidad las condiciones de financiación se producen dos efectos colaterales. Por un lado, se ralentiza (o incluso se congela) la demanda de nuevas hipotecas, tal y como ocurrió precisamente en diciembre pasado. Por otro lado, las familias reclaman una renegociación de los préstamos de este tipo que ya tienen concedidos, como reflejan los últimos datos del Banco de España. Es más, estas últimas peticiones tienen visos de que crecerán especialmente rápido en 2023. No en vano el 1 de enero entró en vigor el pacto del Gobierno y la banca para facilitar las refinanciaciones a cerca de un millón de hogares. Esta evolución no debería ser motivo de alarma dado que todo el proceso se está conduciendo de un modo ordenado y, lo que es más importante con la suficiente previsión. En otras palabras, a diferencia de lo ocurrido en crisis financieras anteriores, los clientes no llegan al proceso de refinanciación ya asfixiados, arrastrando un sobreendeudamiento que ni siquiera la flexibilización de las condiciones de sus hipotecas puede aliviar. Sin duda, aun cuando conviene mantener todas las cautelas, toda apunta a que el proceso actual de refinanciaciones supone un cortafuegos efectivo a la hora de evitar el repunte de los impagos y de la morosidad bancaria.