Opinión

Un capítulo de gasto en pensiones ya potencialmente indomable para el futuro

  • El Gobierno se equivoca cuando focaliza toda su acción en las bases máximas
El ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá.EE

El proceso inflacionista que domina la economía española desde hace año y medio está llevando a cometer los mismos errores del pasado en materia de política económica, siendo uno de los más importantes la actualización automática de rentas a razón de la evolución del IPC.

De todas las rentas susceptibles de ser actualizadas, las que suponen la mayor carga tanto presente como futura son las pensiones. En poco más de dos años, y de seguir esta trayectoria hasta 2030, habremos alcanzado la mitad del crecimiento previsto en el gasto en pensiones, concretamente un 1,5% del PIB hasta situarse en torno al 12,5% del PIB.

Estas proyecciones habrían provocado más de un escalofrío en los analistas de política económica hace unos años. Sin embargo, existe una peligrosa moda actual basada en la complacencia y en el "descubrimiento" de que para hacer viable el sistema público de reparto a largo plazo basta con tocar los ingresos por cotizaciones y, muy especialmente, los provenientes de las bases más altas.

Carencia de análisis

Así es como han rellenado de nuevo contenido el "mecanismo de equidad intergeneracional", sin que haya un análisis micro y macroeconómico suficientemente sólido para evaluar las consecuencias de elevar la presión fiscal sobre unos salarios que ya pagan 38 de cada 100 euros de coste laboral en cotizaciones e IRPF.

No podemos negar el mérito al ministro Escrivá de haber levantado lo que ha sido durante décadas un tema tabú como era subir cotizaciones, especialmente de los salarios más altos.

Hasta ahora se ha actuado fundamentalmente por la vía del gasto, atacando los factores que hacían crecer de manera estructural la carga futura, siendo uno de ellos la actualización por inflación anual.

Se equivoca este Gobierno poniendo el foco explícito en las bases máximas y en una actualización permanente de las pensiones. En ambos casos trabaja contra la tendencia secular de la sociedad española y europea hacia la longevidad con menores tasas de natalidad y problemas con la movilidad y estabilidad del factor trabajo.

¿Exprimir lo que hay?

Pero también trabaja en contra de otra tendencia no menor como es la dificultad de la economía española a la hora de crear grandes empresas y compañías con mediano tamaño pero rentables y pujantes que puedan permitirse remunerar a sus trabajadores con salarios altos y, por tanto, teniendo bases de cotización altas. No se trata de exprimir lo que hay.

El número de trabajadores que perciben los salarios más altos en España sobre el total de los ocupados es muy reducido, y de igual forma sucede con el número de grandes empresas sobre el total. Tenemos un problema de base, no de tipo de cotización aplicable a esta base.

Este Gobierno ha cruzado ampliamente una de las líneas rojas tradicionales en materia de pensiones como es subir cotizaciones para cuadrar las cuentas de la Seguridad Social, pero al mismo tiempo disparando el gasto en pensiones, manejando con una discrecionalidad asombrosa los gastos impropios. Esta ecuación que en el mundo ideal puede funcionar, en la vida real puede provocar que el gasto en pensiones sea indomable, incontrolable.

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