Opinión

Salvar el tipo, por el interés

Sede del BCE

El BCE acaba de aumentar en 75 puntos básicos los tipos de interés de la eurozona que ya se sitúa en el 1,25%. Considerando que estaba en el 0% a principios de julio, se podría considerar que este aumento en tan corto periodo de tiempo va a ser más que suficiente para frenar la inflación. Sin embargo, mucho me temo que ante una inflación en la zona euro del 9,1% se pueda atajar contundentemente la variación de los precios pues el tipo de interés, en términos reales, sigue estando en el -8%, lo cual sigue siendo un grave problema para cualquier economía.

Es cierto que subir los tipos es lo que toca en este momento, pero hacerlo pasito a pasito a ver qué ocurre no es más que poner paños calientes para rebajar la fiebre de alguien que tiene una fuerte infección y lo que necesita es una buena dosis de antibiótico en vena para atacar la verdadera causa que genera la fiebre.

Además, la subida de tipos de interés se explica en la teoría económica como un antídoto para frenar el aumento de la demanda agregada en la economía que vendría causado por un elevado consumo de las familias y la inversión empresarial, por lo que deben ser frenadas mediante el aumento de los tipos de interés para hacer regresar la demanda a niveles sostenibles frente a la oferta. Pero el inconveniente que conlleva la subida de interés es que no hay sobredemanda en el mercado ni las empresas están pasando por un momento dulce en la inversión, sino que estamos ante una situación de inflación de oferta, por lo que la medida sólo sirve para atenuar la inflación, pero no para frenarla en seco. Todo ello, sin hablar de la incoherencia que supone buscar enfriar la demanda mientras se infla el globo del gasto público que es como echar gasolina a un fuego que pretendes apagar.

Por tanto, esta subida de tipos es claramente insuficiente para frenar la inflación desbocada que se nos ha instalado, a pesar de que con la caída natural en la demanda que está generando por si sola, los precios tenderán a estabilizarse y cómo la inflación es la variación de los mismos en el tiempo, ésta tenderá a ir cayendo poco a poco, sin aplicar políticas monetarias. La diferencia es la velocidad a la que lo haga, pues de forma natural será mucho más largo en el tiempo que si se aplican. Mientras no se ataque a la verdadera causa que genera esta inflación galopante, el BCE seguirá aplicando medidas poco eficaces y cuando baje la inflación, se pondrán las medallas cuando realmente lo habrá hecho por otros mecanismos económicos.

Así pues, la clave monetaria, está en actuar rápido y con contundencia sobre la inflación y subir aún más los tipos de interés lo antes posible para que el dolor remita. Si cuando tenemos ardor de estómago, sólo tomamos una pizca de bicarbonato y al cabo de un par de horas otra, en vez de tomar una buena dosis desde el principio, estaremos sufriendo las molestias durante mucho más tiempo.

Un segundo efecto positivo, no menos importante, es que se consigue fortalecer a un euro que se ha debilitado sustancialmente frente al dólar, haciendo que las importaciones de crudo y gas sean más caras, impactando en la inflación.

El inconveniente es que esta política monetaria va a acelerar la temida recesión que se espera en la eurozona y, para amortiguarla, debería ir de la mano de medidas de política fiscal bajando notablemente o suspendiendo temporalmente los impuestos que gravan a los principales causantes de la inflación, energía y alimentos. Pero no depende del BCE sino de otras instituciones que también están preocupadas por el salvar el tipo sin renunciar a recaudar y que no piensan dar marcha atrás en fiscalidad, mientras preparan reformas energéticas que pagan los demás, argumentando que los beneficios les caen del cielo por seguir las normas creadas por los burócratas europeos que son los que hacen que sean los estados reciban beneficios extraordinarios, de la nada, y quienes evitan eliminar el ineficaz pero costoso mercado de derechos de emisión de CO2.

Si, de forma temporal, se suspendiese el IVA y tasas que tienen los productos de primera necesidad, incluida la energía, tendríamos una relajación automática de precios, a pesar del riesgo de que las empresas lo aprovechen para aumentar márgenes. Pero, nadie está dispuesto a renunciar a parte de los ingresos públicos porque el déficit y deuda pública en los que nos han metido pondría en riesgo de default a varios países.

Algunos dirán que la Unión Europea no permite hacer esas suspensiones temporales pero lo cierto es que, en el contexto actual, debería permitir cualquier cosa para evitar empobrecer a los ciudadanos. Además, una cosa es que no se pueda y otra que no se haga porque tampoco permitía superar el déficit y la deuda pública más allá del 3% y del 60% y se incumple desde hace muchos años.

Volviendo al BCE, nació con un mandato claro, mantener la estabilidad de los precios en la eurozona, para proteger al euro, y que no superasen el umbral del 2%, algo que se está incumpliendo desde que nos garantizaban que la inflación era algo coyuntural y flor de un día. Y, por otra parte, es quien ha encendido la mecha de la inflación por creación de billones de euros de la nada de las políticas expansivas asociadas a la pandemia. Si quienes lo dirigen no son capaces de alcanzar los objetivos para los que han sido nombrados, han ocasionado parte del fuego y no saben apagarlo, en buena lógica, igual que un equipo de futbol que no hace goles, habría que cambiar al entrenador y su equipo técnico. Sin embargo, mucho me temo que, en política lo primero que se aprende es a anclarse bien fuerte en el sillón como hacemos al montar en la montaña rusa, para que los vaivenes no les hagan caer y así salvar el tipo.

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