Opinión

Lagarde se queda corta con los tipos: Putin gana la guerra del gas

Foto: PV

Los medios de comunicación nos hemos equivocado al juzgar la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE). Los titulares señalaban que la subida de 75 puntos básicos del jueves pasado era la mayor de la historia y un movimiento sin precedentes, dando a entender que se trataba de una decisión irrepetible. Y no es así.

La subida se quedó corta. Hay varios indicios en las palabras de la presidenta del BCE, Christine Lagarde, y en los datos que ofreció que apuntan en esa dirección. Lagarde elevó del 6,8 al 8,1 y del 3,5 al 5,5 la previsión de inflación de la eurozona para este año y el que viene, respectivamente, a la par que admitió que quedaban hasta cinco incrementos en el precio del dinero.

El objetivo de doblegar la curva de la inflación no se conseguirá hasta bien entrado 2024, cuando los precios deberían cerrar en una media del 2,3%. Nos quedan dos años en que los tipos no harán más que encarecerse. El cumplimiento del objetivo sobre la estabilidad de los precios se retrasa así en un año. Esta es la primera conclusión.

El segundo mensaje de Lagarde fue que Europa está ya en estanflación (alta inflación sin crecimiento) y entrará en recesión en el primer trimestre del año que viene, como muy tarde. El crecimiento de la eurozona para el próximo año lo recortó en más de la mitad, del 2,1 al 0,9%. Y advirtió que el PIB se tornará en el -0,9% negativo (1,8 puntos menos) en el caso de que Rusia corte el gas. Seamos realistas y digamos la verdad: Putin ya cortó el gas hace unas semanas. Quedan dos hilos que transcurren a través de Turquía y de Ucrania, que representan alrededor del diez% del flujo completo. Largarde usó un condicionante para esconder la realidad, que la eurozona entrará en recesión el año que viene.

Su discurso puede resumirse así: la crisis será larga y peor de lo que parecía. No ha hecho más que empezar y habrá que tomar medidas muy dolorosas en los próximos dos años.

Entonces, ¿por qué los mercados financieros reaccionaron positivamente? Sobre todo, los bancos, que se anotaron subidas cercanas al diez% en dos días, en algunos casos. Porque se espera que los tipos se dupliquen desde su nivel actual. Además, el BCE no redujo el balance de sus compras de deuda ni las inyecciones de liquidez a las entidades financieras para que presten a sus clientes, los llamados LTROs. (Long Term Refinancing Operation).

La banca vivirá una situación ideal en los próximos meses, ya que el BCE mantiene en los mismos términos las subastas de liquidez, destinadas a facilitar la financiación a empresas y familias. Pero con la ventaja de que ahora cobrarán más caros esos préstamos.

Las subastas de liquidez fueron esenciales durante los años 2011 y 2012, con la recaída de la economía, así como durante el Covid. Esta crisis será más dura que la pandemia, porque en aquella ocasión el incrementó del gasto público para mantener el consumo se hizo a tipo cero. Ahora el precio del dinero será más caro. Aquí está otro de los aspectos que preocupa enormemente en el BCE: el endeudamiento público de sus estados miembros.

Como explicó Sánchez en su debate con Feijóo el martes pasado, el Gobierno reaccionó, al igual que el resto de Europa, poniendo en marcha un mecanismo de protección ciudadana, básicamente mediante ayudas públicas. El presidente evaluó en 30.000 millones, casi tres puntos del PIB, el coste de los reales decretos, que contienen medidas populares como la bonificación de veinte céntimos en los carburantes, el transporte público gratuito ó la rebaja de impuestos a la luz y el gas, entre otros.

El canciller Scholz anunció el pasado fin de semana un paquete de 64.000 millones en ayudas a estudiantes y hogares para pasar el invierno, que eleva a más de 90.000 millones la suma del dinero público destinado por el Estado alemán. Francia ó Italia han disparado también su endeudamiento, pese a que están al borde de límite permitido. En el caso de Italia, su deuda pública representa más de 1,5 veces su PIB, es decir todo lo que produce durante año y medio.

Las ayudas no están dirigidas a los más vulnerables ó a fortalecer la industria, sino que se otorgan de manera indiscriminada a toda la población, probablemente por motivos electores. Sánchez tiene elecciones en poco más de un año, mientras que la popularidad de Scholz ronda mínimos históricos.

La última sorpresa provino de la nueva primera ministra británica, Liz Truss, que congelará el gas y la electricidad, a la par que mantiene el cheque de 500 euros prometido por su antecesor durante los dos próximos años, justo el tiempo que falta para su reelección. El coste estará próximo a los 115.000 millones de libras y situará la ratio deuda/PIB del Reino Unido por encima del cien por cien.

Toda esta exuberancia del gasto público, cuando aún no hemos sufragado los onerosos costes de la pandemia, plantea un problema para los bancos centrales: los obliga a encarecer el precio del dinero para refinanciar las deudas. En el Reino Unido se prevé que los tipos terminen en el 3% a finales de año y en la zona euro en el 2,5%. Y es otro de los motivos por los que el BCE retrasa la recuperación.

Lagarde mantuvo el bazuca de compra de deuda pública. En los últimos años adquirió alrededor de cinco billones en título públicos. Cuando anuncie su retirada definitiva, los mercados se van a poner muy nerviosos y las rentabilidades de algunos bonos estatales se irán a las nubes. Quedan tiempos difícil por delante.

Les recuerdo que el BCE se vio forzado a aprobar hace unos meses un instrumento para proteger los ataques especulativos a la deuda de países periféricos como Italia, Grecia ó España, denominado en inglés TPI (Transmission Protection Instrument). Una iniciativa que obligará a adoptar medidas de austeridad a estos países y frenará su actividad.

El principal elemento de preocupación de los banqueros centrales es el precio de las energías, principalmente del gas. Si la pandemia provocó un acercamiento entre los 27 a la hora de administrar vacunas ó socorrer a los países más vulnerables, la guerra de Putin los ha dividido.

Medidas como el tope al gas ruso no saldrán adelante porque países como Estonia, República Checa ó Alemania están en contra mientras que la gran mayoría está a favor. Lo mismo ocurre con las sanciones, después de que Putin amenazara con cortar todos los suministros si se mantienen. La Comisión Europea debe renovarlas en los próximos días.

Las medidas aprobadas este viernes por el Consejo Europeo, como topar el precio de las renovables, ayudarán a contener la luz, pero en ningún caso reducirá su precio. Alemania está realizando un gran esfuerzo para diversificar sus fuentes de energía, pero las previsiones más optimistas apuntan a que se quedará sin gas para satisfacer todo su consumo en la primavera del año que viene. ¿Y a partir de ese momento, qué pasará? Nadie lo sabe. No me quiero imaginar cómo será el invierno de 2023 si Putin mantiene cerrado el grifo.

Por eso, el BCE prefiere no dar detalles sobre sus previsiones de crecimiento más allá del primer trimestre del año que viene. Putin ha ganado la guerra del gas, cuanto antes lo admitamos, antes pondremos soluciones a nuestros problemas. Pero, probablemente, pierda la guerra con Ucrania. El ejército de Zelenski está recuperando ciudades clave como Járkov. Urge la apertura de conversaciones para poner fin al conflicto y al desastre económico que se avecina en los próximos meses.

PD.-El presidente del Gobierno y su vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, se han llevado un chasco. La UE rehusó adoptar la excepción ibérica, así como un impuesto especial a las energéticas. Sánchez llegó a presumir en el debate en el Senado, que otros países lo copiarían, pero se coló una vez más.

Quien también se equivoca es la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, al forzar la creación de una cesta de la compra con treinta productos a precio de coste. Ya conocemos cómo funcionan estas cosas. Las grandes superficies forzarán a sus distribuidores a bajar los precios, aún a costa de incurrir en pérdidas, con tal de mantener el canal de ventas. El pequeño comercio será el gran perjudicado. Antes de abrir la boca, Díaz debería dedicar un par de tardes a conocer cómo funciona la economía de mercado.

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