Los datos de afiliaciones a la Seguridad Social y paro registrado del mes de agosto continúan la tendencia marcada en los de julio, los primeros que sirvieron para destapar la realidad del mercado de trabajo en España tras varios trimestres de creación de empleo intensa con unas características muy peculiares. No sólo importa que se hayan destruido casi 200.000 empleos, sino hasta qué punto la tasa de crecimiento de las afiliaciones totales por cada sector y la tasa corregida de estacionalidad han roto definitivamente la tendencia anterior.
El cálculo de la tasa desestacionalizada no salva el discurso del ministro Escrivá. Partiendo de los datos publicados por la Seguridad Social (bajo el filtro de eliminación de la estacionalidad realizado por el Ministerio), la tasa anual ha descendido en agosto hasta el 3,48% frente al 3,82% en julio y el máximo marcado en abril con un crecimiento interanual del 5,02%.
En este sentido, la fuente principal de desaceleración es el sector servicios (del 4,70% interanual en julio al 4,18% en agosto), mientras que tanto construcción como industria mantienen los crecimientos y la agricultura profundiza en la destrucción de empleo continuada que ya se acumula en los últimos dos años (-3,25% última tasa en agosto).
Tomando en consideración el efecto calendario que los datos tienen dado que el mes de agosto ha finalizado en el medio de la semana, y la prolongación de la temporada de verano hasta bien entrado el mes de septiembre, es de esperar que el dato de septiembre no sea bueno y profundice en la reducción de las tasas corregidas de estacionalidad hasta situarse por debajo del crecimiento real del PIB.
Precisamente, por esta razón, los modelos de predicción del PIB en tiempo real como el de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ya están detectando la primera caída trimestral del PIB sin haber terminado aún el trimestre (-0,4%).
En esta ocasión y más que nunca, la variable macroeconómica "empleo" se ha comportado con un retraso considerable con respecto al ciclo económico. A ello se añade el efecto de la reforma laboral última, la cual abrió la posibilidad de cambiar la composición entre empleo indefinido y temporal, pero ejerciendo una presión creciente sobre los costes empresariales.
La realidad invalida de nuevo el uso (y abuso) de la relación entre desempleo e inflación
En un escenario de reducción de la facturación general por una recesión en ciernes en Europa y Estados Unidos, más tarde o más temprano las empresas activarán la vía del recorte de costes salariales.
Así, la realidad invalida de nuevo el uso (y abuso) de la relación entre desempleo e inflación: la llamada curva de Phillips. Algunos Gobiernos occidentales (entre ellos, el español) consideraban aceptable tolerar una tasa de inflación superior (observando un efecto positivo sobre los márgenes empresariales de corto plazo) a cambio de reducir más el desempleo. Obviamente, esto no funciona así. Ni los márgenes empresariales se están sosteniendo (más bien, todo lo contrario) ni una inflación superior ayuda a crear más empleo. Más aún con una presión creciente para subir salarios como la que se intensificará antes de final de año.
Si todavía quedaba algún economista haciendo cálculos sesudos basados sobre una curva de Phillips, puede desde ya volverla a dejar en el cajón del olvido. Y, a ser posible, enterrada para siempre. Se suele decir que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. En el caso de los economistas y la curva de Phillips es más verdad incluso que en otros ámbitos.