
Dicen que las oportunidades las pintan calvas y que las desgracias nunca vienen solas. Sánchez tuvo la oportunidad de sanear las cuentas públicas durante los años de bonanzas, pero se dejó llevar por los cantos de sirena de sus socios de Gobierno, que no paran de introducir subvenciones públicas y de hinchar el pavo del gasto. La palabra recorte es sinónimo de tabú en Moncloa. Ahora tiene la prima de riesgo en casi 120 puntos, el bono a diez años cerca del 3% y miles de fondos especulativos agazapados, como tigres de Bengala, esperando para lanzarse sobre la deuda española, por riesgo de impago.
Para más Inri, todas las medidas adoptadas para contener los precios de la energía se saldaron en fracaso. La subvención con 20 céntimos de los combustibles es un parche a punto de reventar. Mientras que Europa siga con los embargos petroleros y el dólar se mantenga al alza, por el adelanto de la subida de tipos en Estados Unidos, las gasolinas subirán como un cohete. Se pongan como se pongan Sánchez, Montero, Díaz, Ribera o el rosario de la aurora.
Y aún no hemos visto lo peor. Los carburantes suelen desmadrarse en verano por la mayor actividad viajera, que incrementa su demanda. Este verano, los veremos por encima de los 2,5 euros para desesperación del Gobierno. Si a eso le añadimos las subidas meteóricas en hoteles y restaurantes, podemos encontrarnos con una explosión de los precios en los próximos meses.
La medida estrella de Teresa Ribera, la excepción ibérica para topar el gas, presentada como un triunfo sin precedentes del Gobierno en Bruselas, acabó estrellada nada más nacer. Para colmo de males, el gas se ha ido a las nubes tras el corte parcial del suministro a Alemania por parte de Rusia, con la excusa de los retrasos en las reparaciones.
El resultado es que la luz no ha hecho más que encarecerse desde la entrada en vigor de la iniciativa el pasado miércoles, porque los ciclos combinados de gas llegan a cubrir el 80% de la demanda de energía durante muchas horas del día, debido a la ausencia de renovables por falta de viento.
La excepción ibérica es como la manzana envenenada de Blancanieves, venía con un gusano que Ribera tuvo que tragarse. Para beneficiarse de las rebajas, Bruselas obligó a España a exportar toda la energía posible al resto de Europa. De tal manera que los metros cúbicos de gas utilizados ahora son mayores que los habituales para atender la demanda europea. El Gobierno intenta esconder que la subvención empleada en el tope de gas enviado al exterior, la tendremos que pagar entre todos los españoles.
¿Cuándo bajará el recibo de la luz? Cuando haya viento. Pero no a la mitad ni un tercio, como presumió la vicepresidenta tercera, sino entre el 10% y el 15%. ¿Y eso reducirá en un punto la tasa de inflación, como preveía Ribera? No creo. Más leña para avivar el fuego de los precios.
¿Qué puede hacer, entonces, el Gobierno? Como no hay dinero después del dispendioso ritmo de gasto público en los últimos años, Yolanda Díaz y María Jesús Montero se han sacado un conejo de su chistera: meter la mano en el bolsillo de las eléctricas y de las petroleras, con la excusa de que se aprovechan de los beneficios caídos del cielo. Díaz pide que el tributo se aplique "de inmediato" y la ministra de Hacienda le da la razón, después de las diferencias iniciales.
Luego las energéticas lo trasladarán a sus clientes y acabaremos pagando el pato entre todos. Un chute de populismo en plena campaña electoral andaluza, que no hará más que empeorar las cosas y alimentar el ogro inflacionario.
El Gobierno vive en el país de las maravillas, ajeno a la realidad. Escrivá promete subir las pensiones al ritmo de los precios al consumo gracias a que los cotizantes a la Seguridad Social superaron los 20 millones (aunque sean mileuristas) y se incrementarán en otros 150.000 en junio. Mientras que Montero se llena la boca con que la recaudación fiscal crece casi a doble dígito, debido en parte a la inflación desbocada. Es como cuando la tripulación del Titanic animaba a disfrutar del último vals a sus pasajeros, ebrios de tantas emociones, sin prestar atención al tsunami que se avecinaba.
Si todo va también, ¿por qué la prima de riesgo se multiplica por tres y el coste de emisión de la deuda por cuatro en las últimas semanas? El Gobierno se niega a presentar un plan de consolidación fiscal, como exige Bruselas, ante la suspensión de los objetivos de déficit, prorrogados por otro año.
La medida es discutida en las negociaciones maratonianas con Bruselas, pero no con los mercados financieros. Sin una hoja de ruta creíble sobre el control presupuestario, el bono español será de nuevo presa de los especuladores.
Christine Lagarde, al frente del Banco Central Europeo (BCE), tuvo que reunir de urgencia esta semana al consejo ejecutivo para estudiar la creación de un escudo para los países del Sur. Sobre todo, Italia y España. El caso italiano, con una deuda en el 140% del PIB, es aún peor que el español. Draghi tampoco ha puesto en marcha medida de ajuste alguna, contrariamente a lo que predicaba como presidente del BCE.
La discusión en el seno de la banco central fue agria, según fuentes cercanas. Los llamados frugales, los países del norte de Europa con Alemania y Holanda, se mostraron reticentes a la creación de este mecanismo para socorrer al Sur. La polémica ya surgió en la crisis del euro. El ministro de Finanzas germano en ese momento, Wolfgang Scheauble, era partidario de dejar caer a Grecia, como hizo Estados Unidos con California, que se fue a la quiebra y apenas hubo reacción en los mercados.
Pero Europa es diferente, la falta de una deuda y de una política fiscal compartidas por los 27, convierte a los países del Sur en vulnerables, que son los más endeudados. La historia se repite, como en el 2008.
Lagarde, en su papel de blanca paloma, emuló a Draghi en la famosa frase de "haré lo que sea necesario", recordó que la institución está para velar por la estabilidad financiera de la zona euro, además de por el control de los precios. Asimismo, invocó los mecanismos de solidaridad, que se utilizaron en la pandemia y con respecto a terceros países, como Ucrania.
Los halcones, al final, relajaron sus afiladas garras: aceptaron continuar con las negociaciones para construir el escudo monetario, pero bajo la condición de que se apliquen "estrictas condiciones económicas" a sus perceptores. Grecia tuvo que reducir drásticamente las subvenciones públicas e incluso rebajar las pensiones para optar a las ayudas.
Las primas de riesgo se suavizaron de manera casi inmediata después de la cita del BCE y la vicepresidenta Calviño respiró aliviada y destacó el papel de la institución. Pero, en realidad, todo sigue como estaba.
¿Qué pasa si hay un ataque especulativo a Italia o España? Nadie ofrece una respuesta clara. Los países miembros siempre tienen la posibilidad de acudir el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) en busca de un rescate a cambio de una condicionalidad. Pero nadie lo usa porque es tóxico. En 2020, en lo peor de la pandemia, la UE tuvo que levantar el Plan de Recuperación y Resiliencia con 750.000 millones y el BCE lanzó un programa de urgencia de compra de deuda, que acabó en marzo.
A finales de mes, dejará de comprar deuda, con excepción de las emisiones ya en marcha. El Tesoro alargó los plazos de los emisiones de deuda española, lo que permitirá que la factura a abonar este año siga estando por debajo de la del pasado. Pero hay 108.000 millones que saldrán al mercado hasta final de año sin escudo. Y sin un plan de consolidación fiscal, con la inflación desbocada, con chapuzas fiscales como el impuesto a las energéticas para tapar el fracaso de las medidas oficiales y sin un mecanismo de protección del BCE, estamos solos ante el peligro. Cualquier chispa provocada por el alza de los precios energéticos puede generar un incendio en la deuda y ocasionar graves daños económicos.
PD.- ¡Viva el capitalismo patrio! La entrada de Joseph Oughourlian, dueño de Amber y presidente de Prisa, en la tecnológica Indra nos retrotrae a los tiempos de NODO, en el que el Estado era el dueño de empresas públicas. La inversión puede ser justificada en el área de defensa, no es incomprensible cómo va a competir Indra en el área de las tecnologías de la información, con grandes multinacionales mucho más flexibles.