Opinión

Llega el euro caro

D raghi no puede con el euro. La moneda única superó las 1,2 unidades por dólar poco después de las palabras del presidente del Banco Central Europeo (BCE), en las que dejaba para octubre la decisión sobre la retirada de estímulos. Una maniobra para debilitarlo que no surtió efecto alguno sobre la divisa. El mercado interpretó enseguida que más pronto que tarde tendrá que comenzar a deshacer sus compras de deuda soberana.

Draghi aplazó un mes su decisión para no perjudicar a Merkel, su protectora, que se enfrenta a su reelección el próximo 24 de septiembre.

El presidente del BCE le debe el cargo. Merkel retiró a su candidato a presidir el BCE, Axel Weber, después de que este arremetiera contra la política de adquisición de bonos soberanos de los países más débiles de la UE. El italiano y exdirectivo de Goldman Sachs no le convencía en un principio, pero al final se congratuló con él. Otro alemán hubiera sido muy mal visto por los mercados.

Draghi le devolvió el favor enseguida. Al poco de llegar, redujo las compras de deuda italiana ante el desafío de Berlusconi de incumplir la senda de reformas pactadas con sus socios del euro, lo que propició su caída, para regocijo de la canciller germana. Las diferencias entre los dos dirigentes había trascendido las bambalinas para pasar a las palabras despectivas en público de Berlusconi hacia Merkel.

La economía tiene sus reglas. Con una inflación debilitada y alejada del límite del 2 por ciento fijado tanto en Estados Unidos como en Europa, nadie tiene prisa por subir los tipos de interés. Los grandes bancos centrales de uno y otro lado del Atlántico miran con el rabillo del ojo la marcha de sus economías respectivas. En Fráncfort, todo son alegrías. Como dijo Draghi el miércoles, el crecimiento se acelerará tres décimas este ejercicio en la eurozona, hasta el 2,2 por ciento.

Pero en Washington las expectativas creadas tras el ascenso de Trump a La Casa Blanca se tornan en lamentos. Los posibilidades de poner en marcha el paquete de reformas fiscales, que incluye un bajada importante de impuestos, se alejan. La falta de apoyos para renegociar el techo sobre la deuda americana, que vence a finales de septiembre, arroja también muchas incertidumbres.

Para colmo de males, el huracán Harvey devastó las propiedades de los texanos. La primera consecuencia es la subida de los precios del crudo, ante la cantidad de instalaciones que dejó improductivas. Y Ahora viene el Irma, que amenaza las costas de Florida. Como diría Felipe II: "Yo no mandé a mis barcos a luchar contra los elementos".

Y por si era insuficiente con la sensación de caos permanente que rodea al presidente Trump, aparece el líder norcoreano, Kim Jong-uno, con sus pruebas balísticas de misiles y de Bombas H, que aún no han terminado. La crisis norcoreana puede ser utilizada por Trump como una maniobra de distracción de sus errores internos. El primer efecto va a ser un fuerte impulso a la venta de armas a todo el sureste asiático.

Japón y Corea del Sur se disponen a adquirir el escudo antimisiles de sello Made in USA. La operación debe ser aprobada por Trump y ratificada por una comisión del Congreso, por tratarse de un material estratégico. El presidente aprovechará para exaltar el espíritu patriótico y desquitarse así de las tensiones sobre otros asuntos.

Trump ganará así su primera batalla, pero no la guerra. La clave está en que logre un acuerdo con el presidente Xi Jinping para imponer sanciones disuasorias a Corea del Norte. Sobre todo, cortar el suministro de petróleo, que Pyongyang adquiere en su práctica totalidad a Pekín.

Xi Jinping esta muy enfadado con el líder norcoreano porque aprovecha cada una de sus apariciones públicas para realizar sus pruebas nucleares y así desafiarlo. La más reciente, en vísperas de la cumbre con los países emergentes o Brics. La onda expansiva del último ensayo nuclear, en la frontera norte, llegó a romper los cristales en numerosos edificios chinos.

Xi Jinping tiene a mediados de octubre el Congreso para su reelección por cinco años y debe andarse con cautela, porque un acuerdo con los americanos podría activar los resortes de sus enemigos internos para frustrar su renovación.

El entendimiento entre Trump y Xi Jingping es esencial para la buena marcha del planeta. Cualquier sanción adoptada por Estados Unidos y sus aliados de manera unilateral frente a Corea del Norte puede dañar las relaciones comerciales o financieras con el gigante amarillo.

Una de la acciones más efectivas sería contra los bancos que financien transacciones con Pyongyang. La fórmula fue probada en Irán, en la ofensiva para aislar al régimen de los ayatolás, y obligó a este país a dar marcha atrás a su rearme.

Pero colocar en la lista negra de los finanzas internacionales a los bancos chinos tendría efectos catastróficos, ya que todos ellos están involucrados en grandes operaciones de compras y adquisiciones alrededor del planeta, sobre todo en Estados Unidos. Con este panorama, ¿quién va a acaparar dólares? Washington sería al más perjudicado en un conflicto con China.

La economía americana lleva nueve años de crecimiento ininterrumpido y Washington siempre jugó con el cambio de su divisa para salvar los baches con un impulso a la exportación. La próxima salida de Janet Yellen como máxima responsables de la Reserva Federal tampoco ayuda a retener la confianza en el billete verde. Ha llegado la hora del euro caro.

PD.-Derrotado y aislado del resto del mundo, Puigdemont ejecutó su amenaza de convocar el referéndum del 1-O. Todos esperábamos que para conseguir sus objetivos se saltara la Constitución, pero la sorpresa fue cuando el Parlament violó su propio reglamento para la introducción en el orden del día de la convocatoria del referéndum o para evitar enmiendas. El respaldo obtenido para consumar sus ilegalidades, solo 72 diputados sobre 135, cuando cualquier cambio estatutario requiere dos tercios de la Cámara, invita a calificarlo de chapuza.

La negativa de las grandes capitales catalanas como Barcelona, Tarragona o Lérida a celebrar el referéndum lo aboca al fracaso. Los independentistas no lograron el 50 por ciento de los votos en los comicios del 9-N convocados por Mas y siguen sin tener la mayoría ahora, según los sondeos. Pero recurren a todo tipo de tretas para imponer su Ley al estilo de Maduro.

El Gobierno, con Rajoy a la cabeza, debe tomar nota del descontento para intentar acallarlo en un futuro, pero así no se hace las cosas. Todo se asemeja a una enorme mascarada para calentar la celebración de la Diada del lunes y la posterior convocatoria de comicios autonómicos para elegir al sustituto de Puigdemont, dispuesto a quemarse a lo bonzo, una vez que no puede repetir como presidente por falta de apoyo popular.

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