Después de que la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, confirmara la posibilidad de empezar a ver subidas de tipos de interés a partir de julio, la pregunta que podemos hacernos es ¿A quién beneficia esta subida de tipos? Para responderla, empezaremos por saber a quién beneficia y a quién perjudica la inflación, que es la causante de que el BCE se plantee subir tipos.
Lo que hemos de tener claro es que, cuando existe una deuda (préstamo, hipoteca, crédito o similar), la inflación beneficia generalmente a quien ha de devolver el dinero y perjudica a quién ha de cobrarlo. ¿Por qué? Pues porque el que paga, pagará unos euros que tendrán menos valor que cuando se los prestaron. Y lo mismo le pasará al que cobra, que los euros que le paguen tendrán menos valor que cuando los prestó.
Para saber quiénes serán los grandes beneficiados y quiénes los grandes perjudicados en ese escenario, tenemos que saber quienes son los prestamistas y quienes los prestatarios en una economía como la nuestra.
Si llevamos esta pregunta a la calle, la mayoría nos responderá que los grandes prestamistas de nuestro país son los bancos, que son los que conceden casi todos los préstamos.
Pero eso es solo una visión parcial. La realidad es que el único papel que juegan los bancos, en este partido es el de intermediarios. Cogen el dinero de los verdaderos prestamistas y se lo entregan a los prestatarios que, en su gran mayoría son empresas y Administraciones Públicas (AAPP).
He simplificado, y mucho este circuito, porque existen mercados de deuda en los que es posible financiarse sin la intermediación de los bancos. Pero no necesitamos llegar a ese nivel de detalle para saber que existen unas entidades que necesitan financiación y otras entidades que son proveedoras de esa financiación. ¿Y quienes son esas entidades proveedoras de financiación? Pues los individuos y las familias.
Yo sé que María hace equilibrios para poder llenar la nevera y que Antonio ve como la hipoteca le tiene ahogado. Y también sé que las familias de este país, apenas si tienen para llegar a fin de mes. Pero lo cierto es que, de una manera u otra, ahorran. Siendo ese ahorro el que permite financiar a empresas y AAPP.
La teoría del ciclo vital, del Nobel de Economía Franco Modigliani, nos detalla cómo los individuos, a lo largo de su vida productiva, se ven obligados a ahorrar para poder disponer de un modo de vida cuando dejen de ser productivos y no tengan ingresos.
Ese ahorro, puede tener múltiples formas. Puede ser un préstamo que le hemos hecho nosotros al banco, cosa que ocurre cada vez que ingresamos dinero en cuenta o abrimos un depósito. Puede ser el pago de la hipoteca, que hace que cada vez seamos más dueños de nuestro piso. O incluso las cotizaciones a la Seguridad Social las podríamos considerar un préstamo al Estado pues nosotros le prestamos un dinero para que pague las pensiones actuales, a cambio de la promesa, un tanto etérea, de que llegado el momento de nuestra jubilación nos devolverá algo (aunque no sepamos exactamente el qué).
Veréis que este último, como préstamo, no parece muy beneficioso para nosotros pero claro, no es voluntario sino obligatorio.
El caso es que si tomamos el total de ahorro de las familias y lo comparamos con el total de préstamos que las mismas tienen, el ahorro gana por aplastante goleada. Así que no lo duden, los grandes financiadores somos nosotros.
Pues bien, de la misma manera que una elevada inflación es beneficiosa para el deudor y perjudicial para el prestamista, cuando suben los tipos de interés, la situación es la inversa. Esta subida favorece a quien prestó el dinero y perjudica a quién tiene que devolverlo con un interés mayor.
¿A quién beneficia entonces una subida de tipos de interés? Pues a las familias, que son las grandes prestamistas del país y que poco a poco deberían ver un incremento en la retribución de sus ahorros. Pensemos que cuando los bancos no puedan financiarse a tipos negativos en otros mercados, los clientes de toda la vida, los de la cuenta, el depósito y la cartilla de ahorros, volverán a ser importantes. Y más importantes cuanto más suban los tipos.
¿Y a quién perjudica? Pues principalmente a las empresas y AAPP, que tendrán que pagar más por ese dinero que les prestaron o por el que les presten a partir de ahora.
Lo que nos lleva a un efecto secundario y nada deseable. Si los préstamos son más caros, las empresas serán más reticentes a tomar dinero prestado para nuevos proyectos o salvar los existentes. Y cada proyecto que no sale adelante, son puestos de trabajo que se destruyen o que no se crean.