
Se suele calificar estos días a Putin de sátrapa pero, según el diccionario de Julio Casares, sátrapa designaba a los gobernadores de una provincia de la antigua Persia.
Hoy se aplica ese término a quien gobierna con astucia. De todo lo anterior se deduce que ni Putin es persa ni sólo gobierna con astucia; en realidad, este antiguo miembro del KGB llegó a la presidencia de Rusia de la mano de Boris Yeltsin, a quien no volvió a hablar una vez que el 7 de mayo del año 2000 tomó posesión del cargo.
Catherine Belton, nacida en Ormskirk (Reino Unido) hace ahora 47 años ha sido corresponsal del Financial Times en Moscú. Se acaba de traducir al español en un momento muy apropiado su libro "Los hombres de Putin". Cuando en 2020 se publicó en inglés, recibió las alabanzas de las principales publicaciones británicas y estadounidenses, que lo consideraron el retrato definitivo del actual Kremlin y de toda la era protagonizada por el dirigente ruso. Pero recibió también una avalancha de demandas judiciales de muchos oligarcas rusos, empezando por Roman Abramóvich. Todos estos millonarios putinescos han intentado usar las herramientas del sistema judicial británico para tapar la boca a Belton. Hasta hace bien poco, como señaló Belton ante los miembros de la Comisión de Inteligencia de la Cámara de los Comunes, los bufetes ingleses no tenían reparo en amenazar con querellas multimillonarias a los medios que se atrevían a escribir sobre sus clientes rusos.
Belton sostiene que en el entorno de Putin ha estado siempre a su vera Nikolái Pátrushev, el actual secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, quien era el jefe del FSB (sucesor del KGB) cuando Putin accedió al poder. Es un año mayor que Putin, y siempre ha tenido ascendencia sobre él.
Existe una pandilla que acompaña siempre a Putin y cuando éste llegó al poder se apoderaron de la industria petrolífera porque era la vía para recuperar el flujo estratégico de ingresos del país. Para ellos era fundamental, debían reafirmar su poder y deshacerse de cualquiera que los desafiara desde fuera de la pandilla.
Muchos de estos oligarcas ya eran millonarios cuando llegó Putin al poder, pero han sido sumisos y han seguido sus órdenes a cambio de mantener sus fortunas. Son parte del sistema de Putin, no sus víctimas. Al adaptarse a su régimen también se beneficiaron de él.
Hubo alguna excepción, como es el caso de Jodorkovski, quien acabó encarcelado y su compañía desmantelada y expropiada por el Gobierno. Jodorkovski era el más independiente de todos los empresarios, e incluso se había atrevido a desafiar políticamente a Putin. Menos mal que no lo envenenó como a otros.
Sostiene Belton que muy pocos sabían que Putin preparaba la invasión de Ucrania, ni siquiera dentro de su Gobierno, lo que supone que en algún momento puede recibir algún no del bloque económico del Gobierno, que no estaba preparado para las duras sanciones que ha recibido. Aunque, claro, todo dependerá de cómo evolucione la estrategia militar en Ucrania.
En cualquier caso, el ejército ruso parece estar exhausto y poco preparado. Ojalá encuentre Putin su Waterloo en esta invasión sobre Ucrania y sea el principio del fin de su régimen implacable.