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Turquía abre la puerta a los oligarcas rusos sancionados y la bolsa de Estambul se dispara

  • Sube más de un 20% desde que comenzó la invasión
  • Roman Abramovich ya ha llevado su flota de Yates de 1.200 millones al país

A río revuelto, ganancia de pescadores. Este es el lema al que Turquía se ha encomendado con la invasión de Ucrania y, en particular, con la difícil situación que atraviesan los oligarcas rusos, con las puertas de occidente cerradas y con sus inversiones desmoronándose en territorio patrio. Ante esta situación, Recep Tayyip Erdogan, presidente del país otomano, ha decidido que su estrategia es clara: dar todas las facilidades y llamar públicamente a estos magnates para que dirijan el rumbo de sus fortunas a Estambul.

El pasado 14 de marzo, Italia incautó uno de los superyates más grandes del mundo, el SY A, valorado en 690 millones de dólares. Ubicado en Trieste, el barco pertenecía a Andrey Melnichenko. España ha hecho lo propio con el Valerie, embarcación de Sergey Chemezov atracada en el puerto de Barcelona y valorada en 140 millones.

Mientras eso sucede al oeste, Roman Abramovich, dueño ruso del Chelsea (también afectado por las sanciones), ha dirigido su flota de 1.200 millones de dólares rumbo a Turquía y, a pesar de que los puertos en las que se ubican barcos como el Solaris o el Eclipse se han llenado de manifestantes, Erdogan ha garantizado la seguridad financiera de su país para estos oligarcas.

El ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Mevlut Cavusoglu, dijo el sábado que su país "da la bienvenida" a los magnates rusos sancionados que deciden apostar por su país ya sea como turistas o como inversores. "Por su puesto cumplimos con las sanciones aprobadas por la ONU, pero si cualquier ciudadano ruso quiere venir, eso no es un problema".

El ministro añadió que "si la pregunta es si estos oligarcas pueden hacer negocios en Turquía, por supuesto que si es legal y no va contra las leyes internacionales, lo consideraré. Si va contra las leyes es otra historia". El propio Erdogan fue un paso más allá y especificó que "ciertos grupos de capital podrían venir con nosotros".

La bolsa de Estambul se dispara con la invasión

Además, la promesa de inversión rusa ante el cierre de Occidente han convertido a la bolsa de Estambul en una de las grandes sorpresas del año. Hasta que Putin comenzó la invasión de Ucrania, la renta variable del país cedía casi un 4% y, desde entonces, se ha disparado un 20% en apenas un mes, subiendo un 15% en el computo general del año.

El optimismo generalizado por una inyección económica desde Rusia tiene buena parte que ver. Los oligarcas rusos, a inicios de año, perdieron 75.000 millones de dólares debido a las sanciones y la guerra. Necesitan con urgencia encontrar inversiones y activos donde refugiarse, lejos de las amenazas de Biden y la Unión Europea, y fuera de las fronteras de la Federación Rusa, donde los riesgos son aún muy altos.

En la prensa local, fondos nacionales como Tera Investment, explicaban que los principales motivos de la subida son "la posición geopolítica de Turquía, los altos dividendos del país, las expectativas de que los fondos rusos 'emigren' a la península de Anatolia" y el hecho de que "el mercado otomano todavía tiene un descuento muy importante en comparación a economías similares".

El gran riesgo de ayudar a los oligarcas

En cualquier caso, el 'efecto llamada' de Erdogan a la riqueza rusa tiene riesgos. Los organismos internacionales podrían entender que Turquía se está prestando como cómplice de la élite económica del país y que, como castigo, amplíen las sanciones a esta nación. Un riesgo muy real y que golpearía con fuerza a un país muy fuertemente expuesto a Occidente, con numerosas inversiones extranjeras.

La directora del Consejo Atlántico en Turquía, que fue economista a su vez de la Embajada de EEUU en el país, Defne Arslan, asegura para la CNBC que "esta estrategia podría perjudicar al país a largo plazo". Por su parte, Emre Peker, director de la consultora de riesgo político Eurasia Group, afirmó que "Ankara es muy consciente de que Turquía se puede convertir en objetivo de sanciones (si se vuelca en la llegada de oligarcas rusos) y tiene que tener mucho cuidado de evitarlo".

En cualquier caso y a pesar del sólido avance de la bolsa turca, el país se encuentra en un delicado equilibrio entre favorecer sus intereses y mantener las simpatías de sus aliados al oeste. Erdogan, en un momento de fragilidad en la economía de su país, cree que merece la pena intentar sacar el máximo partido a una crisis que puede acabar con miles de millones de euros cruzando el Cáucaso.

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