Opinión

Urgen unos nuevos pactos de la Moncloa

Hasta hace unas semanas, todos los indicadores apuntaban a que la guerra fría del siglo XX, militar y política, se había mutado en el nuevo siglo en una de tipo tecnológico y económico en el que los protagonistas ya no eran EEUU y la extinta URSS, sino EEUU y China luchando por la hegemonía. El ataque ruso a Ucrania ha dibujado un nuevo tablero geopolítico mundial.

La inflación y el fantasma de que aparezcan restricciones de gas y petróleo, han llevado a muchos observadores a buscar analogías entre la crisis energética actual y la de 1973. Sin embargo, tanto el contexto como los instrumentos de política económica son muy diferentes.

En 1973, EEUU se encontraba exhausta militar y financieramente por la subida del crudo y por la guerra de Vietnam. El Sistema Monetario Internacional hacia aguas por la salida de reservas que se producía en la economía estadounidense y el dólar no pudo resistir los compromisos que se había fijado treinta años antes en los acuerdos de Bretton Woods.

En la actualidad, el gasto militar no constituye una hipoteca para la economía estadounidense, sino una industria en auge gracias al aumento de la inversión del gobierno.

Además, en los años setenta, había pocas alternativas al petróleo. Hoy contamos con más productores y con otras fuentes energéticas. La eólica y la solar fotovoltaica suministran a precios baratos, en tanto que el hidrógeno se vislumbra como la fuente del futuro.

No obstante, lo urgente es el corto plazo y es necesario contar con un plan para el suministro de gas. Si España sabe jugar bien sus cartas, puede ser clave porque tiene la llave para suministrar gas al resto de Europa.

El gas argelino puede sustituir al ruso pero requiere un esfuerzo inversor importante, terminando de crear un corredor de suministro europeo pero no debe cometer errores.

Sánchez, alineado con Biden desde el primer momento, ha realizado una operación de riesgo respecto al Sahara, que si bien se ciñe a los intereses estadounidenses, arroja dudas sobre la relación con Argelia.

A largo plazo, España también puede ganar si logra ser el proveedor de energía solar fotovoltaica: el sol es nuestro petróleo. Juega a favor el carácter público-privado de las empresas y sistemas eléctricos, amplificando la capacidad de innovación tecnológica.

Pero , para ser el principal proveedor de energía limpia hay que realizar la inversión suficiente para duplicar nuestra capacidad actual de distribución de gas y mejorar la red de conexión eléctrica con Europa.

El hándicap español es la situación política. Un gobierno de coalición roto y la política de bloques no auguran lo mejor. Son necesarios unos nuevos Pactos de la Moncloa, cosa que parece difícil.

Europa tampoco está en su mejor momento ni económica ni política ni militar. Convaleciente aún de la crisis financiera de 2008 y dando los últimos coletazos la pandemia de covid-19, la crisis de Ucrania supone un mazazo en toda regla. La consecuencia es que los europeos somos más dependientes de EEUU en lo militar, en lo económico y en lo político.

Una prueba son los efectos de los embargos a Rusia. Aunque en Rusia han saltado algunas alarmas, no significa que no haya costes para Occidente. La intervención de la autoridad monetaria rusa, decretando un corralito, intenta frenar la salida de capitales del país.

Pero los efectos de una coyuntura marcada por las restricciones económicas a Rusia por la invasión militar de Ucrania, también son un duro mazazo a la globalización y a la libre circulación de capitales. Sus consecuencias sobre los ahorradores institucionales son evidentes.

La pregunta es si Rusia no es demasiado grande y potente como para que las sanciones económicas no tengan un efecto boomerang. Hoy por hoy, las exportaciones rusas representan el 60% de las exportaciones de petróleo a los países europeos de la OCDE y, por ejemplo, Alemania depende en gran medida del gas ruso, del que importa el 35%. De momento, prescindir absolutamente de las exportaciones rusas es imposible.

En resumen, ha resucitado la política de bloques militares. China aun no se ha pronunciado con claridad si desea formar parte del bloque ruso o prefiere una privilegiada posición de árbitro. Cualquier escenario es posible.

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Comentarios 1

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Que pacte y repacte, se lleva la peor parte.
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Pues si, tienen que pactar como se despegan de las poltronas.

Que ya no engañan a nadie.

Y los de sus partidos, están sufriendo los efectos de sus políticas y políticos.

Y no estoy siendo inclusivo...

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