El plan del Ejecutivo para paliar el impacto del alza del combustible y pacificar al sector del transporte no convence. Las petroleras no comparten que la subvención de 500 millones al sector deba ser asumida en parte por las empresas, ya que se comería el margen del gasóleo profesional con el que trabajan.
Pero además, la medida del Gobierno tampoco basta para el transporte, ya que la ayuda solo supondrá una bonificación de cuatro céntimos por litro, una cifra insuficiente y ridícula frente a los 30 céntimos de Portugal. La propuesta, por tanto, hace aguas en su objetivo de frenar el paro del sector que, desde hace más de una semana, genera graves problemas a la industria y desabastecimientos en supermercados y gasolineras. De hecho, Danone y Heineken se sumaron ayer al cercano colapso que ya vive la industria alimentaria. El fracaso con el transporte, que lleva semanas operando a pérdidas por el incremento de los carburantes, demuestra la incapacidad de Moncloa para paliar los problemas que genera el alza de la inflación en las empresas y en los ciudadanos. Otros ejemplos de ello son la factura eléctrica, que sigue ahogando a industria y consumidores, y la falta de medidas ante el impacto del elevado IPC en el sector agrícola o el pesquero.
La incapacidad del Gobierno para resolver el impacto de los precios en hogares y empresas aumenta el malestar social
Esta repetida incompetencia del Ejecutivo es lo que le lleva a perder el control de las calles. De hecho, las manifestaciones del transporte recuerdan al movimiento de los chalecos amarillos de Francia. Al igual que ahora, las protestas surgieron a raíz del alza en el precio de los combustibles, la injusticia fiscal y la pérdida del poder adquisitivo. Del Gobierno depende que el malestar social actual no aumente y genere movilizaciones como las que paralizaron Francia en 2018.
