Opinión

Limitado impacto de las sanciones en Rusia

Analizar Rusia nunca ha sido fácil. Como Winston Churchill dijo: "es un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma". Pero quizás hay una clave: el interés nacional ruso. La reducción de compras de petróleo y gas por la UE, su principal socio comercial, podría ser especialmente dolorosa. De hecho, las tensiones ya están contribuyendo a llamamientos en la UE para reducir su dependencia de las importaciones de fuentes de energía rusas.

De momento, dados los enormes recursos diplomáticos y militares desplegados, parece difícil que Rusia vaya a desviarse significativamente de sus demandas originales y cualquier camino hacia la desescalada puede ser prolongado y lleno de baches. Difícilmente Rusia disfrutará de mejor oportunidad si quiere actuar sobre Ucrania, que se ha estado acercando constantemente a la UE los últimos años. De ahí que los países occidentales hayan actuado rápidamente y de manera inusualmente pública desde que volvieran a intensificarse las maniobras militares cerca de la frontera ucraniana a finales de octubre.

Efectivamente, EEUU ya había impuesto sanciones a Rusia en respuesta a su anexión de Crimea, ciberactividad maliciosa (intromisión electoral) y armas químicas, si bien a individuos o entidades. Pero el proyecto de ley "Defensa de la Soberanía de Ucrania" en el Senado de EEUU, parece considerar sanciones a instituciones financieras rusas -incluyendo el acceso al servicio de pagos globales Swift- y prohibición de transacciones de deuda soberana rusa para evitar que el gasoducto Nord Stream 2 a Europa occidental entre en funcionamiento, así como sectores estratégicos como energía y materias primas y sanciones directas a Putin y su círculo. La visibilidad de sanciones de la UE apuntan a una creciente convergencia, aunque más limitada, en parte debido a la necesidad de consenso entre 27 Estados.

El caso es que desde 2014 las restricciones y correspondiente represalias de Moscú, limitando importaciones de alimentos, han aislado parcialmente la economía rusa; pero la han hecho más resistente a shocks externos, con fuerte reducción de deuda exterior, acumulación de reservas de divisas y una regla fiscal que ha reducido la sensibilidad de su economía a la volatilidad del petróleo. Rusia es de los pocos países importantes con superávit presupuestario, que la protege de la necesidad de financiación exterior. De todas formas, sus perspectivas de crecimiento se han visto afectadas y pueden alimentar la inestabilidad interna. La inflación es alta y puede aumentar más si el rublo se ve dañado adicionalmente. Aunque el Banco de Rusia tratara de frenar la correspondiente presión inflacionista, es muy poco probable que intentara a toda costa defender un umbral predeterminado de tipo de cambio. Por otra parte, el superávit estructural por cuenta corriente de Rusia puede permanecer alto dado el precio del petróleo, baja deuda pública y altas reservas de divisas, así como credibilidad de su banco central. Además, la deuda soberana rusa ofrece alto cupón y la exposición extranjera a esta deuda es baja.

Por su parte el índice de acciones MSCI Rusia ha llegado a caer un 31 % en dólares desde máximos de octubre de 2021, antes de la escalada de tensiones. Los sectores financieros y domésticos han sido los más perjudicados, mientras energía y materiales los más resistentes. Esta corrección se debe por completo a valoraciones, pues las expectativas de aumento de beneficios de las empresas rusas se han mantenido. El caso es que una cantidad significativa de malas noticias, incluyendo tensiones prolongadas y nueva ronda de sanciones severas, probablemente ya están descontadas, aunque no una intervención militar, incluso limitada a la región de Donbas.

Eso sí, en caso de desescalada, hay un potencial alcista significativo en renta variable rusa. Dada la rentabilidad esperada y altos precios del petróleo, el posible repunte es del 35% en dólares para finales de año. Mientras los inversores se enfrentan a un escenario cuasi binario: más consecuencias negativas o acuerdo con las potencias occidentales, con alza en los mercados.

Por su parte la deuda soberana y empresarial de Rusia se ha liquidado en respuesta a las tensiones y amenaza de sanciones. En una venta masiva de los inversores extranjeros diez años, la rentabilidad a vencimiento de los bonos del gobierno ruso podría pasar de 9,8% a más del 11% a medida que su banco central aumentara sus tipos de interés para contrarrestar la presión inflacionaria derivada de la depreciación del rublo. De todas formas, no estimamos que alcanzase el 14,7% de finales de 2014 tras las sanciones por Crimea. La deuda soberana rusa sigue calificada grado de inversión, perspectiva estable por ahora. Además, el potencial alcista del rublo en caso de desescalada ha ido aumentando. Somos cautelosos por ahora, aunque a doce meses vista, podemos estar positivos si disminuyen las tensiones.

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