El valor de las encuestas electorales se mide cuando el entrevistado responde a la siguiente pregunta: "¿A qué partido votó usted en la últimas elecciones (noviembre de 2019)?".
Las falsedades que se detectan en las respuestas a esa pregunta son enormes y ello obliga a que el analista "rectifique" los errores de respuesta (cocina llaman a esa operación) y es en esas respuestas falsas donde está el quid del "error" y no tanto en el tamaño de la muestra. En una encuesta de las del INE el "error" está en función del tamaño de la muestra y ese error sólo se puede calcular si la encuesta es aleatoria, y para que lo sea es preciso determinar a priori cuál es la probabilidad que tiene cada miembro del colectivo encuestable de pertenecer a la muestra. Que yo sepa, sólo el INE realiza encuestas aleatorias y desde luego esas de intención electoral no lo son, aunque se publiquen, muy ufanos, inexistentes "errores de muestreo".
La caída en picado de Ciudadanos y las autonómicas madrileñas (4 de mayo de 2021) hicieron subir la estimación del voto al PP pero éste no gestionó correctamente esa ventaja, y por eso en otoño descendió hasta quedar igualado con el PSOE.
Según el conocido analista José Antonio Gómez Yáñez:
"El PP no supo articular un discurso de gobierno a la espera, su oposición frontal al gobierno/PSOE compactó a la mayoría parlamentaria, ampliada con Bildu. El PP no administró bien la proyección nacional de Díaz Ayuso generando un conflicto interno que arrastró a Casado".
Pero la pregunta del millón es otra: ¿será capaz Pedro Sánchez de mantener la solidez del electorado socialista? Sin duda existe una notable vinculación ideológica con el socialismo tradicional, la socialdemocracia, el Estado del Bienestar y, en las generaciones mayores, la memoria histórica que arrastra este partido. Pero está dividido en dos mitades sobre la política del gobierno y sus relaciones con los nacionalistas, especialmente los independentistas catalanes. A lo que hay que añadir los indultos a los golpistas y el traslado-liberación de los etarras ligado al roce de codos con Bildu.
Por su parte, la evolución electoral el centro derecha, el PP y Vox, muestra la existencia de vasos comunicantes: parte de sus votantes se inclinan a uno u otro partido con rapidez. Cuando uno sube, el otro, baja. Estos datos se ven en porcentaje sobre sobre censo. El mejor argumento que tiene el PP para acotar a Vox es el voto útil. Claro que para muchos votantes de centro derecha lo preferible sería una coalición PP-Vox, lo cual moderaría las posiciones de Vox y endurecería las del PP, tachadas de blandas.
La conclusión a la que Gómez Yáñez llega es la siguiente:
"Los votantes se han dividido en tres espacios: centro izquierda, centro derecha y nacionalistas. Apenas los hay que traspasen las divisorias entre ellos. Pero en cada espacio la situación es fluida, sobre todo en el centro derecha. La ausencia de liderazgos que inspiren confianza, la sensación de desorden que percibe la opinión pública en la política y la fluidez en los apoyos dentro de cada espacio dejan un amplio margen a la política. Los vaivenes en las estimaciones de voto registradas en el curso de la legislatura se mantendrán".