
En marzo de 2019, momento que el Gobierno de la Nación admitió que el Covid 19 era un problema superlativo, el presidente Pedro Sánchez nos dijo a través de Twitter: "No vamos a dejar a nadie atrás. Recuperaremos el Estado de Bienestar y una prioridad es garantizar la Sanidad Universal". Busquen en la bendita hemeroteca.
Sobre lo de no dejar atrás a nadie, fijémonos en el actual nivel de inflación en el año 2021, provisional hasta el dato definitivo: es de un +6,7%. La causa, la fuerte subida de las fuentes de energía, especialmente la electricidad, así como la cesta de la compra y el transporte. La subida de estas tres partidas tiene un efecto muy negativo sobre las rentas medias-bajas y bajas, al estar el consumo de estas familias fuertemente relacionado con estas partidas. Las rentas altas y medias altas destinan menos, proporcionalmente, a este tipo de consumo.
La inflación, como sabemos, afecta mucho más al poder adquisitivo de las rentas derivadas del trabajo y las pensiones que a aquellas provenientes de otras fuentes, como por ejemplo los bienes raíces. Un buen ejemplo lo tienen en la subida media prevista para este año de los salarios. Conforme a los datos de CCOO tan solo un 7% de los convenios colectivos que afectan a más de siete millones de trabajadores,?firmaron una subida salarial del 3% para 2021. El 45% pactaron una subida salarial entre un 1% y un 2% y un 30% de los convenios firmados pactaron un incremento de sueldo menor al 1%. Si miramos a las pensiones, el aumento de las mismas, fijado por la media del IPC en los doce meses previos a noviembre de este año, será de un 2,5%.
Comparto la idea de que no debe haber una indexación a la inflación por los efectos perversos -segunda vuelta- que produce. Las acciones deben estar dirigidas a contrarrestar y embridar las presiones inflacionistas. En este sentido, fijándonos en la electricidad, este Gobierno se ha centrado en las energías alternativas su eje central. Sin embargo, estas energías hoy por hoy no pueden nutrirnos de nuestras necesidades, son más caras que otras como la nuclear (demonizada hasta extremos irracionales) y ello provoca una dependencia de nuestra soberanía energética, además del coste para las familias. Sí, efectivamente, el recibo de la luz sube en todas partes. Ahora bien, alemanes o franceses pagan por su MW/H menos que aquí tal y como en múltiples ocasiones ha recogido este diario.
Otra cuestión es la fiscalidad. El disparatado incremento del gasto, que este Gobierno ha ido realizando para contentar a determinados colectivos y partidos socios dl Ejecutivo, ha dejado unas cuentas públicas hechas unos zorros. Gastar está muy bien, pero como diría Josep Pla "esto, ¿quién lo paga?". No hace falta devanarse los sesos para saber que seremos los ciudadanos.
De acuerdo con la OCDE, España es uno de los países de menor presión fiscal de toda la eurozona. Sin embargo, el esfuerzo fiscal se sitúa entre los más altos, incluso por encima de algunos países como Dinamarca, Suecia, Finlandia u Holanda, paradigma de impuestos altos. No solo es la OCDE, también Funcas es de la misma opinión. Según su cálculo del índice de esfuerzo fiscal para las veinte principales economías de la OCDE, España ocupa el cuarto país de la tabla en el Índice de Frank o el quinto escalón del ranking en el Índice de Bird. De acuerdo con la Fundación somos el decimoquinto país en presión fiscal. Figuramos entre las cinco economías desarrolladas con mayor esfuerzo fiscal. La ministra de Hacienda siempre alude a que España tiene una presión fiscal baja, pero silencia el fuerte esfuerzo fiscal de los ciudadanos. Convendría analizar ambos conceptos –presión y esfuerzo fiscal- no hurtando uno de ellos. Por cierto, curioso que en Alemania y otros países bajen los impuestos, velen por la eficiencia del gasto y España haga totalmente lo contrario.
Por si fuera poco, el Gobierno, consciente que la barra libre de gastos permitida por Bruselas llega a su fin, parece que está preparando toda una barra de subida de impuestos, aun cuando existe un silencio sepulcral. Las dos figuras impositivas con mayor capacidad de aumentar la recaudación son el IRPF y el IVA. Con toda probabilidad veremos subida de los mismos. Figuras creadas a bombo y platillo como la 'tasa Tobin' a determinadas transacciones financieras partieron de unos supuestos que eran castillos de arena. Hacienda recaudó por este concepto 209 millones hasta septiembre de los 850 previstos para este año, supone el 24,5% de los 850 millones de recaudación previstos por el Gobierno para el conjunto del año 2021. ¿Quién realizó la previsión?
En materia de subida de impuestos ya se ha producido una subida del IRPF, encubierta pero elevación, al no deflactar los tramos de renta debido a la subida del IPC. Diversos economistas y servicios de estudios estimamos en unos 400€ lo que se pagará de más de media, es un incremento de la factura fiscal del 11%. Desde luego este incremento es mucho más gravoso para las clases más desfavorecidas, a los cuales se les detrae renta disponible –las rentas obtenidas disminuidas por los impuestos pagados-.
Para terminar tenemos la tan cacareada derogación de la reforma laboral. La derogación es un mero maquillaje estético para venderlo como un éxito. Los dos grandes sindicatos, CCOO y UGT, han vuelto a traicionar a los más vulnerables, primando los intereses de los empleados con mayor antigüedad y estabilidad. Asimismo, la CEOE ha primado con su aquiescencia a las compañías grandes, muy diferentes de las pymes y micropymes. Éstas últimas no tienen la capacidad financiera para poder de cambiar contratos o acudir a las ETTs. Y ya veremos en un análisis profundo y certero con la EPA, que no concuerda la caída del paro y la evolución del PIB.
Los hechos y lo datos demuestran que sí hay personas y familias que se están quedando atrás.