
Al igual que la Fed el pasado martes, el BCE también ha sido claro en cuanto a su hoja de ruta para 2022. No obstante, aquí terminan las similitudes entre ambas entidades.
Mientras el banco estadounidense acelera la retirada de estímulos al tiempo que anuncia tres subidas de tipos para 2022 (una más de las previstas por el mercado), el BCE se muestra mucho más cauto. Tal y como estaba previsto, el organismo europeo finalizará el programa de compras contra la pandemia (el llamado PEPP) en marzo. A partir de entonces, las adquisiciones de deuda caerán a la mitad respecto al nivel actual. En concreto, se pasará de un volumen de 80.000 millones a uno de 40.000 millones, si bien el descenso será progresivo. Ya en octubre, el BCE volverá a reducir de nuevo las compras, que se quedarán en 20.000 millones mensuales, un ritmo que mantendrá durante el tiempo que sea necesario para reforzar la recuperación económica. A la vista está que la velocidad en la retirada de estímulos del BCE es mucho más pausada que en el caso de la Fed. Se trata de algo lógico, ya que el escenario económico es completamente diferente en ambos territorios. EEUU presenta una recuperación económica robusta y una inflación que se ha disparado hasta el 6,8%. La eurozona, por su parte, también sufre el alza de los precios (4,9%), pero en menor medida, y muestra un impulso económico menos vigoroso.
La falta de vigor de la recuperación en la eurozona lleva al banco central a ser cauto con la retirada de estímulos
Así lo atestiguan los últimos indicadores de sentimiento económico y la propia presidenta del BCE, Christine Lagarde, al asegurar que "la recuperación se está frenando" por el impacto de la variante ómicron. Ante este riesgo, el BCE pone sobre la mesa un plan de acción prudente con el que intenta mantener a raya los precios sin dañar en exceso la recuperación.