
Trabajo acometerá en lo que queda de año una severa limitación de las formas de contratación temporal, cuyos efectos están muy lejos de focalizarse a la hostelería y el turismo. El perjuicio a estas dos actividades sería por sí solo preocupante, considerando la gran importancia que tienen en el PIB español. Con todo, no debe extrañar que también hayan saltado las alarmas, hasta el punto de calificar de "aberración" los planes del Ministerio, en sectores como la agricultura, la construcción e incluso la industria.
Los representantes de esas actividades reclamaron al Gobierno una solución que tuviera en cuenta el carácter inevitablemente estacional que presentan. La respuesta debería haber llegado la semana pasada; no obstante, pese a faltar aún una propuesta oficial, puede ya afirmarse que se avecinan malas noticias para los sectores afectados.
Toda opción de reconocer vínculos laborales específicos para esos ellos queda descartada. De hecho, el contrato ad hoc que ahora está vigente en la construcción se derogará. A cambio, lo único que Trabajo ofrece es el recurso a los fijos-discontinuos, pese a que los sectores afectados han reiterado en múltiples ocasiones que esta figura legal está muy lejos de cubrir sus necesidades.
No en vano les obliga a mantener en plantilla trabajadores incluso cuando no son de utilidad y no sirve de ayuda en los casos en que se necesitan refuerzos para repuntes de la actividad. Una vez más, todo apunta a que el verdadero propósito que guía a Trabajo es la extensión por decreto de la contratación fija, y conseguir así con rapidez una alta cifra de trabajadores indefinidos, aunque suponga multiplicar la rigidez del mercado laboral y dañar la creación de empleo.