Si oyéramos por separado a cada uno de los instrumentos entonando cualquier pieza clásica compuesta para orquesta es muy posible que ni siquiera fuéramos capaces de distinguir cuál es. Y es que hay sonidos que sólo pueden alcanzarse combinando con armonía lo mejor de cada instrumento. Con los grandes objetivos socioeconómicos ocurre igual: no hay ningún país, ningún sector, ninguna empresa -por grande que sea- que pueda lograr por sí sola cambiar el rumbo de los acontecimientos. El futuro sólo podemos escribirlo entre todos y, si queremos que suene bien, más vale que empecemos a afinar y a acompasarnos con nuestros compañeros de sección.
En Europa se acaban de aprobar los fondos Next Generation, destinados a la recuperación tras la COVID-19, y se han concebido como una oportunidad de reconstruirnos de una manera diferentes a las anteriores, más unidos: como una Europa más verde, más digital y resiliente. España, junto al resto de los Estados, tiene la oportunidad de dar un salto cualitativo en esa dirección.
Probablemente ésta sea la mayor oportunidad que tiene nuestro país de preparar su economía para los grandes retos del siglo XXI, que pasan por reducir su impacto ambiental; implantar un modelo energético descarbonizado y limpio a través de infraestructuras que generen energía verde; estimular la competitividad de su industria, con una evolución de los modelos producción y eficiencia energética para impulsar la economía circular y el ecodiseño, y, por último, impulsar la digitalización de la administración, con el fin de simplificarla y acercarla al ciudadano
Este modelo, además, tiene muy en cuenta la reducción de las desigualdades sociales y de género, genera oportunidades para sus jóvenes y reorienta el sistema educativo a la necesidad laboral. También da protagonismo a la ciencia y la I+D+i como elementos clave de fomento de la productividad, favoreciendo la creación y la competitividad de las empresas, y apuesta por el empleo estable. Y, por supuesto, es un modelo que fomenta el emprendimiento como motor de cambio.
En este contexto, como país deberíamos desarrollar planes que se alineen con la consecución de estos objetivos desde 4 perspectivas diferentes:
1 - Desarrollo de ecosistemas de impacto en todo el territorio mediante la colaboración entre actores con el objetivo de alcanzar un desarrollo territorial sostenible, resiliente e inclusivo por medio de iniciativas que ayuden a conseguir entornos equilibrados. El Índice de Ecosistemas de Emprendimiento de Impacto, realizado por la red ibérica de Impact Hub, muestra cómo las regiones que miden sus ecosistemas incorporando indicadores económicos, sociales y medioambientales logran crear un caldo de cultivo que ayuda a que florezcan emprendimientos sostenibles. Para ello hay que facilitar herramientas de diagnóstico, diseño estratégico de su evolución; creación de entornos colaborativos, y dinamización y facilitación de procesos participativos entre los agentes del ecosistema para la construcción conjunta de valor.
2 - Fortalecimiento de las sinergias entre los emprendedores, empresas y organizaciones conscientes, colectivos y ciudadanía, Administraciones Públicas… para la cohesión en espacios de transformación mediante la colaboración y el propósito. Para ello es más que necesario un programa de apoyo al emprendimiento e intraemprendimiento de impacto, a través de medidas como la formación para el desarrollo de capacidades y habilidades emprendedoras; la incubación y aceleración de emprendimientos de impacto, que dote de capacidades en incubación, acompañamiento de ideas de negocio e ideación; la creación de hubs internacionales y hubs rurales de emprendimiento que trabajen en red y conectados para atender el reto demográfico; y el diseño estratégico de modelos de negocio con propósito y medición de impacto.
3 - Apoyo a la transición hacia la sostenibilidad y digitalización de las pymes. El objetivo es alcanzar un sistema económico que proteja su patrimonio natural y su biodiversidad; ciudades más saludables y sostenibles; y la democratización del bienestar y el acceso y disfrute de la tecnología, poniendo a las personas en el centro y generando, así, una economía para la vida. Para ello será necesario un Plan de Diagnóstico y Acompañamiento Integral hacia la sostenibilidad, con la formación y el acompañamiento en el camino de la sostenibilidad para las pymes, a través del impulso de la economía circular, el ecodiseño y la innovación abierta, así como la formación y transición hacia la digitalización de los procesos y el modelo de negocio.
4 - Es imprescindible, además, involucrar a la ciudadanía hacia el cambio y la consecución de los ODS, generando procesos abiertos y participativos en los que la sociedad se active, empodere e implique en la transformación del país con campañas y otros formatos innovadores de sensibilización sobre transformación de hábitos y pautas de consumo.
No cabe duda de que este ambicioso reto requiere sintonía, colaboración estrecha entre los agentes sociales y económicos, y un propósito compartido entre el sector público y el privado, así como el apoyo de la sociedad civil organizada y la ciudadanía en general. No podemos desaprovechar esta oportunidad que nos ofrecen los Fondos EU Next Generation para que nos ayuden a afrontar con valentía la transición energética y la digitalización que necesitamos afrontar como país.
Estamos ante la mayor oportunidad que España tiene de transformar su economía y prepararla para los grandes retos del siglo XXI, impulsando los ecosistemas de impacto, la sostenibilidad del tejido productivo y la activación ciudadana. Demos lo mejor de nosotros mismos para no desentonar en el que puede ser el nuevo himno de la alegría.