
Uno de los pensamientos más recurrentes a mi memoria es el famoso eslabón perdido de Darwin: ¿qué eslabón falta para unir la cadena de la evolución entre el mono y el hombre?
Ese eslabón que se le oculta a la teoría de Darwin también se me presenta cuando no consigo encajar la lógica de acontecimientos ordinarios, comunes a cualquiera, en la secuencia causa efecto tan tranquilizador para mentes prácticas.
Veo con dudas todo lo que se escribe sobre la salida de la crisis post covid19, porque ante mis ojos aparece el eslabón perdido de pasar, en lo económico, de abstracciones a concreciones; ¿dónde incidir para salir de la crisis?, ¿demasiadas opiniones y pocas soluciones?
Parece, por lo que se dice por toda la UE, que la monstruosa inversión que llega debe servir para cambiar estructuras mentales de la sociedad, para pensar más a largo plazo. Sosteniblemente según la actual moda.
La política del agua me sirve para pasar de las musas a la música; según un consenso científico y parece que social, aunque algunos lo niegan, hay coincidencia en que el cambio en el clima nos afectará terriblemente.
La lluvia cae donde quiere. La península ibérica tiende a la desertificación, la pertinaz sequía del franquismo nos vuelve a perseguir. Pero el maldito Franco nos dejó algo, sus pantanos. Aislados unos de otros y con sus funciones y efectos, discutibles, pero ciertos.
¿Por qué no se les une para conseguir una red de pantanos integral?, donde los excesos y las abundancias temporales de cada uno de ellos se compensen para mantener un nivel de agua embalsada crítico para el conjunto de la península.
Se concretaría en una Red de Embalses Ibéricos (REI), porque los ríos no son propiedad de naciones, y menos de autonomías, similar a la Red Eléctrica Española del mundo paralelo de la producción y distribución eléctrica.
La gestión de la REI debería ser autosuficiente económicamente, a través de las tasas se recuperaría la inversión- inicial y de sostenimiento- y la operación- funcionamiento y mantenimiento-.
Las actuales administraciones de las cuencas hidrológicas permanecerían, aunque se les añadiría la obligación de aportar sus conocimientos-tecnológicos, estudios, etcétera- a la gestión de los trasvases entre el conjunto de embalses.
La inversión inicial en infraestructura llegaría a través de los fondos de recuperación tras la pandemia Covid19 que va a proveer la UE. Esos fondos servirían para reactivar la obra pública.
La posterior necesidad de sufragar la explotación de la red sería a través de una fórmula donde interviniesen los costes de explotación tradicionales más los costes de oportunidad del ahorro de la buena gestión ecológica del consumo (internalización de costes).
Es evidente que hacen falta al menos tres consensos para conseguir llevar a cabo la conversión de España, la península ibérica en su conjunto, en un vergel: acuerdo político nacional, acuerdo político regional y acuerdo político transnacional.
Vergel creado porque zonas excedentarias/deficitarias y épocas excedentarias/deficitarias de agua, equilibrasen los desequilibrios que el clima trae consigo. La incertidumbre de las sequías solventada por la gestión humana.
Sólo falta discutirlo dejando al margen prejuicios ideológicos y sesgos irreflexivos, los dictadores comunistas de la URSS también pensaron en intervenciones radicales de la geografía rusa y las hicieron, ¿por ser dictaduras?
Cuantifíquese lo que esto significaría para España, para eso hay científicos y entidades -suficientemente "neutros"- que aportarían lo que la discusión política no aporta, racionalidad.
No me gustaría que una oportunidad así pasase de largo, acabaría pensando que Darwin tuvo razón, siempre hay un eslabón perdido imposible de hallar. Cómo encontrar ese eslabón, bien hallado sea, es la tarea a realizar pensando en un futuro postmejor.