En Europa, Estados Unidos, y otros países se hayan logrado importantes avances en la reducción de la dramaticidad del impacto del Covid-19 en sectores fundamentales de la población, pero en parte de África, América Latina, Asia y Oriente Medio la situación de los efectos devastadores de la pandemia sigue afectando severamente amplios sectores de la población y de la economía, entre estos, la realidad alimentaria y agrícola.
Este fue uno de los temas analizados en la reciente reunión de Ministros de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional llevada a cabo a fines de junio en la sureña ciudad italiana de Matera, en el marco del G20 y bajo la Presidencia de Italia, en el cual se afrontó el tema de la sostenibilidad alimentaria a la luz de los efectos del Covid-19.
Una de las iniciativas aprobadas fue la creación de una Coalición a favor de la alimentación que permita en forma multilateral, o a un grupo de países, e inclusive bilateralmente, ir encontrando caminos comunes a partir de prácticas exitosas que diferentes países han llevado adelante a lo largo de este período comenzado a inicios del 2020.
La idea de la Coalición de la alimentación (Food Coalition) es una señal clara de que cada país, por sí solo, no podrá salir de las dificultades que la pandemia género o agravó.
Esta iniciativa ha sido parte de un amplio debate al interno de la FAO para identificar caminos que permitan afrontar el potencial agravamiento de la pobreza y el hambre por los efectos del Covid-19.
Según datos de la FAO, a los 690 millones de personas que pasan hambre, (según cifras anunciadas en julio de 2020), como consecuencia del Covid-19, se podrían agregar más de 100 millones, lo que alejaría el objetivo propuesto en 2015 por más de 150 Jefes de Estado de eliminar el hambre y la pobreza para el 2030.
Por el contrario, de seguir por este camino, en el 2030, más de 840 millones podrían estar pasando hambre en todo el mundo a pesar de los esfuerzos que se están realizando.
Se trata de construir una coalición que tome en consideración los aspectos de la sostenibilidad alimenticia, la salud, el ambiente y la economía en una visión común, de forma conjunta y flexible.
Justamente, la participación de los diferentes actores públicos y privados fue uno de los temas que afrontaron durante la citada reunión del G20 en Italia, por lo que se lanzó un llamado a iniciativas conjuntas, globales o regionales, que permitan resumirse en la reunión de los Ministros de Agricultura del G20 que se realizará a mediados de septiembre en Florencia, Italia.
Este proceso de coaligarse y articular planes y acciones comunes, saliendo de ciertas zonas de aislamiento que ha generado el Covid-19 entre países y regiones, debería permitir, por ejemplo, a los pequeños productores de los países menos desarrollados de actuar directamente con mercados de países desarrollados, reflexión que están llevando adelante países y grupos de productores en Europa, Estados Unidos, y algunos países africanos. Asimismo, incorporando a los nuevos acuerdos de paz, por ejemplo, entre Israel y Marruecos, la componente de la agricultura sostenible y la alimentación e inclusive repensando proyectos existentes en diferentes países, que los efectos del Covid-19 modificaron sustancialmente.
Reorientar las estrategias agrícolas y alimenticias a mediano y largo plazo en planes de "una sola salud" (one health) debe permitir, además, una visión similar y complementaria en los análisis sobre la salud, la nutrición, el futuro sostenible del planeta y los animales, tratando de salir de riesgosas evaluaciones fragmentadas de estas realidades.
Se debe cuidar la biodiversidad, impulsar las iniciativas de jóvenes y mujeres en las zonas rurales, evitar la pérdida de alimentos que sigue superando el 14 por ciento de lo que se produce y generar nuevos escenarios de sostenibilidad alimentaria, entre otros tantos aspectos.
Este esfuerzo común de coaliciones debe ayudar a invertir la escandalosa tendencia que además de que centenares de millones de personas pasen hambre, sean más de mil millones, las personas con obesidad, lo que coloca la calidad de la nutrición como uno de los desafíos de la post-pandemia.
Ese será uno de los temas de debate del próximo pre-Summit sobre la transformación de los sistemas alimenticios que se celebrará en Roma entre el 26 y 28 de julio, convocado por el Secretario General de las Naciones Unidas y para el que se espera la presencia de miles de participantes, en forma física o virtual, desde Presidentes a Ministros, académicos, representantes del sector privado y de la sociedad civil. Las conclusiones de los debates en Roma serán trasladadas posteriormente a Nueva York en septiembre, donde se reunirán los Jefes de Estado para sancionar los posibles acuerdos comunes.
Como nunca antes es hora de sumar esfuerzos, analizando la complejidad de los fenómenos, pero buscando experiencias que hayan tenido resultados tangiblemente positivos a lo largo de todo este periodo.
Como señalaba el Papa Francisco recientemente, hay que "rediseñar una economía a la altura del hombre, no limitada a la ganancia sino conectada" al bien común, amiga de la ética y respetuosa del ambiente.