Subdirector General de la FAO
Tribuna

Aunque las señales de los últimos años indicaran un continuo retroceso en los caminos hacia la seguridad alimentaria, el tradicional informe anual de la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura (FAO), sobre “El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo (SOFI)”, preparado junto a otras agencias de las Naciones Unidas y presentado a inicios del corriente mes, no deja dudas sobre la peligrosa situación en la que nos encontramos relativa a las posibilidades reales de eliminar el hambre y la pobreza en 2030, como se lo propuso solemnemente la comunidad internacional en octubre de 2015 en Nueva York.

De continuar la guerra en Ucrania y otros conflictos en diferentes partes del mundo, el desafío del 2022 será garantizar un mayor acceso a los alimentos actualmente existentes, y para el 2023 una suficiente producción de alimentos.

A más de dos meses del inicio de la guerra, el pasado 24 de febrero, los datos del sustantivo aumento del precio de los productos alimenticios, la subida de precios y escasez de fertilizantes, la destrucción de tierras y plantaciones en Ucrania, las sanciones, las dificultades con el transporte de cereales desde el principal granero del mundo, representado por Rusia y Ucrania, y las migraciones masivas, especialmente de rurales, son apenas algunos aspectos que confirman el pesimismo que se había generado tras el estallido del conflicto.

El año que termina demostró la fragilidad de los sistemas alimentarios cuando se enfrentan a perturbaciones repentinas como las observadas durante la pandemia del Covid-19, que ha determinado un crecimiento del hambre en el mundo. Actualmente, de acuerdo con estudios recientes, más de 811 millones de personas padecen hambre.

Durante el pasado octubre, mes mundial de la alimentación, se multiplicaron las voces calificadas que promueven nuevos caminos, a través de la transformación de los sistemas alimentarios, que permitan reducir y eliminar el hambre en el mundo, del que ya son víctimas más de 811 millones de personas.

Los traumáticos hechos ocurridos durante las últimas semanas en Afganistán han nuevamente puesto a este país asiático al centro de la atención mundial con sus múltiples aristas que han sido analizadas últimamente por los medios de comunicación. Quizás uno de los argumentos menos afrontados en la situación actual es el estado de la agricultura y la alimentación en este país y sus posibles efectos que, de no ser afrontados a tiempo, solo tenderán a agravar una situación de por sí ya muy difícil.

En Europa, Estados Unidos, y otros países se hayan logrado importantes avances en la reducción de la dramaticidad del impacto del Covid-19 en sectores fundamentales de la población, pero en parte de África, América Latina, Asia y Oriente Medio la situación de los efectos devastadores de la pandemia sigue afectando severamente amplios sectores de la población y de la economía, entre estos, la realidad alimentaria y agrícola.

Superar la brecha digital aplicando las mejores prácticas de la inteligencia artificial en el contexto de la agricultura, que permita hacer frente a la inseguridad alimentaria, es parte de un creciente debate que busca simultáneamente salvaguardar los recursos naturales y abordar las dificultades generadas por el cambio climático y las repercusiones causadas por la pandemia de COVID-19.