Opinión

Crece la inseguridad alimentaria

La guerra provoca la mayor subida en el precio de los alimentos

A más de dos meses del inicio de la guerra, el pasado 24 de febrero, los datos del sustantivo aumento del precio de los productos alimenticios, la subida de precios y escasez de fertilizantes, la destrucción de tierras y plantaciones en Ucrania, las sanciones, las dificultades con el transporte de cereales desde el principal granero del mundo, representado por Rusia y Ucrania, y las migraciones masivas, especialmente de rurales, son apenas algunos aspectos que confirman el pesimismo que se había generado tras el estallido del conflicto.

 Los datos divulgados a finales de marzo por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, (FAO), indicaban que los precios de los alimentos habían aumentado un 12,6 por ciento en relación al mes anterior. Este aumento mensual no se había verificado jamás durante este siglo y puede solo ser comparable al aumento de los años 80 del siglo pasado. Los cereales aumentaron un 17,6 por ciento en un mes y los precios de los aceites vegetales crecieron por encima del 23 por ciento, incluso la carne tuvo un aumento del 4,8 por ciento si se la compara con el mes de febrero del corriente año.

 Esta situación no hace que aumentar el riesgo para los 50 países de África, Asia y del Cercano Oriente con bajos ingresos y fuertes déficit de alimentos que obtienen más del 30 por ciento del trigo de esa zona en guerra, quienes deberán ahora buscar productores que los sustituyan, evitando que los precios afecten sensiblemente las economías de esos países. De estas 50 naciones, 26 obtienen más del 50 por ciento de sus importaciones de estos dos países en conflicto. Basta pensar que países con grandes poblaciones como Bangladesh, Egipto, Irán, y Turquía, y que son importadores de trigo, compran cerca del 60 por ciento a Rusia y Ucrania. Otros países con fuertes conflictos internos como Libia y Yemen y naciones como el Líbano, Pakistán y Túnez también dependen fuertemente de esas importaciones.

La dramática situación que vive Ucrania, país eminentemente agrícola, ha determinado un esfuerzo concentrado para salvar lo posible de las actuales cosechas que se deberían recolectar en mayo/junio, y a su vez evitar interrumpir el proceso productivo y realizar las nuevas plantaciones en junio/julio.

Técnicos de la FAO señalaron que se necesitan urgentemente 115 millones de dólares para prevenir un deterioro mayor de la situación de inseguridad alimentaria en Ucrania, en modo de asistir a sus agricultores en la siembra de hortalizas y papas durante la primavera europea y tratar que los productores rurales tengan mínimas condiciones para ir a los campos y poder salvar la cosecha de trigo del invierno.

 "A medida que el acceso a los alimentos, su producción y disponibilidad general se deterioran en buena parte de Ucrania a consecuencia de la guerra, los esfuerzos para apoyar la producción agrícola y el funcionamiento de las cadenas de suministro alimentario serán esenciales para evitar una crisis alimentaria en el 2022 e incluso en el 2023", señaló Rein Paulsen, Director de la Oficina de Emergencias de la FAO.

Según expertos, de seguir la dramática situación, es posible que en 2022 no se puedan cosechar ni cultivar un tercio de los cultivos ni de los terrenos agrícolas. El desplazamiento forzoso de la población civil que huye de la guerra y del reclutamiento de los hombres en las fuerzas de defensa territorial están provocando una escasez de mano de obra y un aumento de la carga que soportan las mujeres, a lo que se suma la reducción del acceso a insumos agrícolas de crucial importancia para las plantaciones.

La guerra ha conllevado al cierre de puertos, a la suspensión de actividades de trituración de semillas oleaginosas y a la introducción de restricciones a la concesión de licencias de exportación y de prohibiciones de algunos cultivos y productos alimentarios. Las principales ciudades ucranianas están siendo rodeadas y siguen sometidas a intensos bombardeos, lo que deja aisladas a las personas y las expone a un grave desabastecimiento de alimentos, agua y energía.

Es difícil pensar que otros países productores puedan sustituir en mínima medida los niveles de producción que tenían Rusia y Ucrania ante un mercado exportador alterado. Basta pensar que Rusia es el mayor exportador mundial de trigo, siendo Ucrania el quinto y que en conjunto proporcionaban a nivel mundial el 19 por ciento del suministro de cebada, el 14 por ciento del trigo y el 4 por ciento del maíz y que también representaban el 52 por ciento del mercado mundial de aceite de girasol mientras que Rusia es el principal productor de fertilizantes.

Como señalaba el Papa Francisco, sin paz no se resolverá el problema del hambre, recordando que, a la dramaticidad de esta guerra en Europa, se suman los graves conflictos aún sin resolver como los de Yemen, Afganistán, Libia y Siria y otros que también condenan al hambre a muchos millones de personas.

Como ha solicitado en repetidas oportunidades desde el inicio del conflicto el Director General de la FAO, Qu Donyu, se deben hacer los máximos esfuerzos para mantener abierto el comercio de alimentos y fertilizantes, buscar suministros de alimentos nuevos y diversificados, apoyar con asistencia social a los grupos más vulnerables, incluidos los desplazados internos, evitar reacciones normativas especiales por país que pueden perjudicar los mercados internacionales a corto y mediano plazo, contener la propagación de la peste porcina africana y fortalecer la transparencia de los mercados.

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