Opinión

Qué precio del carbono necesita el mundo

Un sistema de fijación de precios del CO2 ayudaría en la lucha contra el cambio climático

La transición de una economía alimentada por combustibles fósiles a una impulsada por energías renovables puede ser tan transformadora como las revoluciones agrícola e industrial. Sin embargo, a pesar de que la supervivencia del planeta está en juego, la resistencia resulta difícil de superar.

De momento los compromisos de emisiones netas cero de gases de efecto invernadero de EEUU, China y Europa dejan al mundo muy lejos del objetivo del Acuerdo de París para limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2º respecto a niveles preindustriales. Incluso el Acuerdo ofrece opciones para la cooperación entre países. Pero los grupos de presión en el carbón, petróleo y gas se han mostrado feroces opositores y existe gran divergencia de precios de emisión de un país a otro. Además, como advirtió el exgobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, la batalla contra el cambio climático se ve obstaculizada por la "tragedia del horizonte", es decir, la generación actual carece de incentivos directos, pues los catastróficos impactos del cambio climático no se sentirán durante décadas.

Así que la fijación del precio del carbono no ha conseguido despegar. Pero un mecanismo de fijación del precio del CO2 puede ayudar a cambiar el comportamiento de empresas y consumidores y marcar la diferencia entre detener el cambio climático o que se descontrole y es probable que forme parte de las conversaciones de Naciones Unidas sobre el clima en Glasgow de finales de este año.

Actualmente el precio promedio mundial es dos dólares/tonelada de CO2 y según la Agencia Internacional de la Energía, debe aumentar hasta 75 a cien dólares la tonelada para 2030 y 125 a 140 para 2040 para cumplir los objetivos de París. Además, los modelos del Banco Mundial muestran que la fijación del precio puede reducir a la mitad el coste de dichos objetivos, ahorrando 250.000 millones de dólares para 2030. Por su parte los investigadores de la Universidad de California en San Diego estiman que el coste social –estimaciones empíricas de daños económicos por el clima y proyecciones socioeconómicas– requiere el asombroso precio de 417 dólares/tonelada.

Otro problema es que los mercados de CO2 representan actualmente unas doce giga toneladas equivalentes, poco menos de una cuarta parte de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero a nivel mundial. EEUU, el mayor contaminador del mundo, ni siquiera participa en el mercado de carbono a nivel federal. De todas formas, los países europeos son un ejemplo. Suecia aplica el mayor impuesto, 1.190 coronas (117 euros) la tonelada y cubre 40 % de sus emisiones. Además, en Europa, el mercado más grande y antiguo del mundo, los precios se han multiplicado por cinco desde 2018.

El caso es que el acuerdo de París no incluyó una disposición para fijación del precio y falta de un mercado mundial armonizado y unificado. Incluso las empresas, especialmente en industrias que consumen mucha energía, pueden trasladarse desde países con altos costes de emisiones de CO2 a aquellos de restricciones más laxas, fenómeno conocido como la "fuga del carbono". Así que un renovado esfuerzo internacional puede alentar a más países y regiones a adoptar esquemas de fijación del precio a largo plazo y evitar la fuga. Bruselas, en línea con el Pacto Verde y objetivo de reducir emisiones de gases de efecto invernadero al menos 55 % para 2030, cuenta con propuestas para revisar y expandir su sistema. China, ha lanzado su mercado nacional de carbono y espera que su precio promedio llegue a 66 renminbi (diez dólares)/tonelada en 2025 y 77 renminbi para finales de década). Puede llegar a ser el mayor mercado de carbono del mundo. Por su parte el Instituto Americano del Petróleo, poderoso grupo de presión de combustibles fósiles, está respaldando la introducción de precios al carbono.

Una forma de mejorar el sistema es ampliar los créditos de carbono. Con ello los gobiernos pueden otorgar créditos a empresas que reducen su huella mediante tecnologías de captura y almacenamiento, reforestación o eficiencia energética. De esta manera, las empresas logran flexibilidad para cumplir con las regulaciones. Además, una fijación efectiva del precio del carbono puede acelerar el ritmo de innovación en tecnologías de energía limpia y promover la adopción más rápida y amplia de productos y servicios aún no comercialmente viables. Ciertos tipos de generación de energía de hidrógeno se combinan con almacenamiento de carbono y pueden ser competitivos si el precio del carbono se establece en torno a 60 a 70 euros/tonelada. Otras tecnologías incluyen mecanismos avanzados de transmisión de energía, así como baterías de próxima generación. La Agencia Internacional de la Energía estima que estas tecnologías pueden reducir las emisiones globales en el sector energético en casi 35 giga toneladas para 2070, lo que si se considera sostenible.

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