Opinión

Humillados y ofendidos

Sánchez concede los indultos en contra del sentir mayoritario de la sociedad

Referéndum, autodeterminación, amnistía, independencia, lo volveremos a hacer. Ya tiene Pedro Sánchez la respuesta de los golpistas indultados y de sus socios separatistas catalanes a esa medida de gracia que pretende explicar bajo el eufemismo de la utilidad pública pero que, como decía también el que fuera diputado socialista y primer presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, sólo son útiles para quienes salen de la cárcel y para Pedro Sánchez que se garantiza seguir en La Moncloa. Y es que, lo vistan como lo vistan, Pedro Sánchez y Oriol Junqueras se necesitan mutuamente. El uno para garantizarse la permanencia en el Gobierno al menos hasta el final de la legislatura, y el otro porque sólo con un gobierno débil y un presidente megalómano, narcisista y carente de sentido del Estado puede cumplir sus aspiraciones independentistas.

Unas medidas de gracia que el Gobierno otorga en contra de la opinión de casi el 70% de los españoles que, como en la novela de Fedor Dostoievsky, se sienten hoy humillados y ofendidos y del 59% de los catalanes tal y como muestran todas las encuestas. Indultos que se dan con los informes contrarios del Tribunal Supremo y de la Fiscalía, que rompen la igualdad entre los españoles, comprometen la defensa de nuestra integridad territorial en Europa, perjudican gravemente las peticiones judiciales para extraditar a Puigdemont y el resto de fugados, desacreditan la calidad de nuestra democracia en los foros internacionales y, sobre todo, simbolizan la sumisión y la humillación del Estado, de la Constitución y de la democracia ante los independentistas.

Porque estos indultos, lo sabemos y lo saben, son la antesala de una reforma del Código Penal para rebajar las penas por el delito de sedición, de un referéndum para reformar el Estatuto como paso previo a la autodeterminación, de la amnistía y de un recorte de las competencias del Tribunal Constitucional para evitar el cumplimiento obligatorio de sus resoluciones y sentencias.

Todavía conservan las hemerotecas las palabras de Sánchez en 2014, entonces secretario general del PSOE, cuando afirmaba públicamente que "hay que acabar con los indultos políticos" de los que se avergonzaba y posteriormente, en 2019 siendo ya presidente del Gobierno, aseguraba con rotundidad "el íntegro cumplimiento de las sentencias del procés". ¿Mentía entonces o miente ahora? con el único propósito de mantenerse en el poder traicionando sus principios y violando la independencia de la Justicia de la que se venga ignorando sus resoluciones y encomendado la aplicación de los indultos al mismo Tribunal que dictó las sentencias de condena.

Y todo esto lo hace con la connivencia y la conformidad de un PSOE que hace tiempo perdió ya la "O" de obrero y que ahora pierde también la "E" de español, para quedarse sólo en el "PSánchez".

Una sumisión difícil de asumir hacia un presidente y un gobierno que ha sido calificado como el que peor ha gestionado la crisis sanitaria por los organismos internacionales, que ha sumido a España en una crisis económica aún mayor que la financiera de 2009-2012, que ha elevado el paro en más de 2,5 millones de personas, que ha llevado la deuda pública a máximos históricos superando el 125% del PIB y que ha hecho retroceder a nuestro país hasta el puesto 39 en el ránking mundial de competitividad por la "la falta de adaptación de las políticas económicas decretadas desde el Ejecutivo", en palabras del Centro de Competitividad Mundial IMD.

¿No habrá hoy ni diez socialistas, diputados y altos cargos que tengan la dignidad y la vergüenza para decir yo no me humillo y se levanten o dimitan antes que refrendar con su silencio o con su voto los indultos? Así se lamentaba un veterano exdirigente del PSOE, ya fuera del partido, mientras escuchaba a Pedro Sánchez justificar la decisión del Consejo de Ministros de indultar a los golpistas catalanes, condenados conforme a la ley, en un juicio justo y con todas las garantías procesales. Pues, a la vista está. Ni diez ni uno. Todos prietas las filas y juntos en la unidad de destino en lo universal. ¿Les suena?

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