Opinión

La necesidad de multilateralismo

La cooperación internacional y los pactos y acuerdos entre Estados en materia comercial serán claves para salir de la crisis

Ser amigo del número uno siempre es bueno. Últimamente, España o, mejor dicho, nuestro gobierno no tiene muy asumido lo provechoso que es mantener una buena relación con el número uno, sin necesidad de hacer peloteo. Con la Tasa Google la pifiamos. La Casa Blanca, primero con su anterior inquilino, Donald Trump, y, después, con su actual morador, Joe Biden, nos trata con cierto desdén y ese desprecio puede acentuarse en forma de aranceles a los productos "made in Spain". Biden ha llamado a no sé cuántos presidentes de gobierno desde que fue oficializado su cargo como primer mandatario. No sé si el teléfono de La Moncloa ha recibido alguna llamada de Washington. De confirmarse que el teléfono de La Moncloa no ha sonado, eso significaría que España no es aliado para tener en cuenta por parte de Estados Unidos o, peor aún, que nos han marcado en la lista negra. Y ese tachón en parte tiene su origen en la puñetera Tasa Google, que se ha tomado en el número 1600 de la Pennsylvania Avenue como una afrenta al orgullo patriótico, empresarial y tecnológico estadounidense, con lo cual habrá que ver de qué modo se sirve la vendetta.

Estados Unidos es la primera potencia económica del mundo por PIB, seguida de la Unión Europea y de China. Para Europa tener una relación fluida y empática con Estados Unidos y China es clave para nuestro comercio internacional. De hecho, ambos países, junto con Reino Unido, son nuestros principales socios comerciales.

Algo está claro. La salida de esta crisis no será a base de que uno reme en solitario y con denuedo en su barca. Para salir del naufragio en el que nos encontramos es fundamental que todos rememos juntos y vayamos en el mismo barco. Eso quiere decir multilateralismo, justo en un momento en que los arrebatos proteccionistas cuestionan sus ventajas. Por eso, Europa es consciente de que su estrategia en la proyección exterior y la reapertura comercial contribuyen al multilateralismo para reforzar económica y financieramente a la Unión Europea.

Si con los amigos chinos a Europa le va bien en sus relaciones comerciales, con los amigos estadounidenses, tradicionales aliados, no hay que poner obstáculos. De ahí que, para calmar tensiones generadas durante el mandato de Donald Trump, ahora Europa dé un paso al frente y suspenda durante seis meses los aumentos arancelarios por el conflicto del acero y el aluminio. El objetivo es que el próximo mes de junio, cuando los líderes de la UE se reúnan con el mandamás estadounidense, Joe Biden, las aguas en las relaciones económicas entre la Vieja Europa y los Estados Unidos vuelvan a sus habituales cauces.

En suma, en este lance en el que nos hallamos, se trata de reforzar la cooperación internacional que antes de la pandemia se vio mermada y en el último año bastante impactada. Esa cooperación es primordial para afrontar los retos comunes, verbigracia, apuntalar los sistemas sanitarios a través de asistencia de liquidez a países con shock sanitario y escasa financiación exterior. Pero, igualmente, superando las tensiones comerciales y tecnológicas y evitar diferencias en el comercio multilateral, que en 2020 sufría un nuevo revés tras un pobre repunte en 2019. Si los problemas entre Estados Unidos y China han castigado sus relaciones económicas, Europa, de retruque, ha sido penalizada.

En todo caso, es indudable que el comercio global se ha visto sacudido por la pandemia y los impulsos desglobalizadores y los afanes proteccionistas juegan en contra y aceleran aquellas tendencias que ya se atisbaban antes de la plaga. Por eso, Europa necesita promover su proyección exterior, tender puentes en sus vínculos mercantiles, estimular el multilateralismo para que, a la postre, el Viejo Continente salga reforzado. De lo contrario, con un previsible bajo crecimiento de la economía europea, y además asimétrico, con diferentes modelos productivos, sin la fuerza de la cooperación internacional, Europa sufrirá más para recuperarse.

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