
Todo depende de varios factores. Que la pandemia afloje, que sus rebrotes se controlen, que la vacunación alcance unas metas mínimas para inmunizar a la población, que se dé propensión de las familias a gastar o que los hogares prosigan con el ahorro forzoso que se han autoimpuesto durante estos meses, que las políticas económicas y fiscales de ayudas a empresas y hogares – muy mínimas en España – no se retiren precipitadamente, que las empresas aguanten y fomenten el mercado laboral y que el sector financiero siga manteniendo sus niveles de solvencia y saneamiento para continuar siendo ese ángel de la guarda que al menos la economía española tiene. Con todo, la Covid-19 prosigue en nuestras vidas y los riesgos elevados para la normalidad y la economía persisten. Tras tiempos muy nublados, parece que los cielos empiezan a clarear y si las restricciones se relajan, la economía europea se beneficiaría y antes podríamos hablar de recuperación. Y si encima los dineros del mecanismo de recuperación de la Unión Europea van regando a los países, las inversiones tendrían un efecto acelerador notable. Pero los riesgos perduran, la navegación sigue siendo complicada y si se atisba tierra firme aún es a lo lejos. Por eso, es preciso tener fe en 2021, para salir del socavón en el que estamos metidos.
De lo que no cabe duda es que a Europa le cuesta recuperar sus impulsos económicos. Según Bruselas, la Unión Europea crecerá en 2021 al 4,2% y en 2022 lo hará al 4,4%, poniendo de manifiesto que estamos en la banda baja del crecimiento económico de las economías avanzadas, cuyas proyecciones apuntan al 5,1%, y muy por debajo del vigor de China que crecerá al 8,4% e incluso por detrás de Reino Unido que lo hará al 5,3% en 2021.
Como consuelo digamos que España, según la Comisión Europea, lidera el repunte económico de 2021, con el 5,9% en 2021 y apuntando al 6,8% en 2022. No obstante, conviene no olvidar de dónde venimos: de una caída de nuestro PIB de casi el 11% en 2020. Por consiguiente, la previsible recuperación de 2021 no absorberá por completo el desastre de 2020.
La falta de fuelle europea se confirma con los augurios de crecimiento de la Zona Euro: 4,3% en 2021, inferior al rebote de la economía estadounidense con el 6,4% e igualmente con menos fuerza que otras economías como la canadiense, que crecerá al 5%; ASEAN-5 que es el grupo de los cinco "tigres" que representan a las naciones del pujante Sudeste asiático: Indonesia, Malasia, Tailandia, Filipinas y Vietnam, con un aumento del 4,9% en su PIB; y México que progresará al 5%.
Las previsiones de la Comisión Europea sobre la mejora de nuestra economía, sin embargo, quedan por debajo del vaticinio de días atrás del Fondo Monetario Internacional que pronosticaba que España crecería al 6,4% en 2021.
En las predicciones de la Comisión impacta el flujo de los hipotéticos fondos europeos, que demoran su llegada. En cuanto al empleo, Bruselas prevé un aumento muy bajo en España durante 2021 del 0,2%, tras el desplome del -4,2% en 2020.
En lo concerniente al paro seguimos con la cruz a cuestas de que en 2021 y 2022 España, junto con Grecia, lo liderará en Europa con el 15,7% y 14,4%, respectivamente, doblando el desempleo de la Zona Euro y de la UE.
La inflación en 2021 se situaría en España en el 1,4%. Y por lo que respecta al déficit público, la Comisión Europea lo sitúa en el -7,6% en 2021 y en el -5,2% en 2022, que se acumula al -11% de 2020.
Respecto a la deuda pública, España cerrará 2021 con un volumen del 119,6% del PIB, consolidándonos después de Grecia, Italia y Portugal como el país más endeudado de toda Europa.
A la vista de ese cuadro de pronósticos, hemos de mantener la fe en 2021, intentando convencernos de que lo peor podría quedar atrás y que a lo largo del verano las cosas se irán normalizando con lo cual la economía española empezaría a enfilar otra senda que nos permita levantar los ánimos y que en 2022 penetremos en unos cauces más prometedores de recuperación. Para que eso sea realidad, es imprescindible que las políticas económicas y fiscales ofrezcan todo su apoyo a empresas y hogares y no como hasta ahora que en el caso de España han sido rácanas.