Opinión

El guiñol de los impuestos

Ángel Gabilondo, candidato del PSOE para el 4 de mayo en Madrid

S i algo está generando estupor y lástima en esta precampaña de Madrid es ver a todo un prestigioso catedrático de metafísica y ex ministro de Educación convertido en la voz de su amo. En el guiñol de un titiritero narcisista que plagió su tesis doctoral.

Porque cuando el señor Ángel Gabilondo -de quien pienso tiene más categoría y personalidad que esa parodia de "soso" que le están haciendo representar- afirmaba que jamás gobernaría con Pablo Iglesias repetía casi literalmente las palabras que pronunciaba Pedro Sánchez en 2019 asegurando que no podría dormir con Podemos en el Gobierno. El mismo Sánchez que hoy preside el Consejo de Ministros con Iglesias todavía como presidente segundo y con cuatro ministerios en manos de dirigentes de la formación morada.

Mentía entonces el presidente del Gobierno y miente ahora Gabilondo hablando por boca de su amo. Porque ni el ventrílocuo que le maneja va a romper su coalición de gobierno con los podemitas ni el PSOE va a permitir que Gabilondo renuncie a gobernar Madrid si para ello necesita los votos de ese Iglesias y Podemos.

Recordemos, además que el aspirante del PSOE cuando renegaba de Iglesias, de sus pompas y sus obras, se refería a "este Iglesias" y que sepamos no hay otro, salvo que en una trampa dialéctica se refiriera al Pablo Iglesias de hoy, en marzo, y no al Pablo Iglesias de mayo. Que ya Carmen Calvo distinguía entre el Pedro Sánchez candidato y el Pedro Sánchez presidente, en una peculiar teoría del travestismo.

Y mentía también Ángel Gabilondo, manejado y hablando por boca de su amo monclovita cuando aseguraba que no estaba en sus intenciones ni en su programa de gobierno subir los impuestos de Madrid. El mismo Gabilondo que hace poco más de un mes en la Asamblea madrileña, presentaba 18 enmiendas a los presupuestos regionales que, junto a la formación de Iñigo Errejón, Más Madrid, aventuran una subida impositiva de 3.200 millones de euros a repartir entre los contribuyentes madrileños; es decir, un palo fiscal de 1.066 euros por contribuyente.

El mismo Gabilondo también cuyos compañeros siglas y quienes le manipulan dese el Ejecutivo nacional no han dudado en acusar falsamente de "dumping fiscal" a la Comunidad de Madrid, mientras defienden los privilegios fiscales del País Vasco y de Navarra, al tiempo que ponían, y ponen, palos en las ruedas a la política económica del gobierno de Isabel Díaz Ayuso.

Una política económica liberal con rebaja de impuestos, de apoyo y fomento a las empresas, que ha mejorado la asistencia social y los servicios públicos, que ha conseguido situar a Madrid como la locomotora económica de España superando a Cataluña, que es también la región con mayor crecimiento económico de Europa y la única que el año pasado, en un contexto de caídas generales en España, ha visto crecer sus inversiones extranjeras.

A este triste papel de vocero y de propagandista es al que han relegado a un candidato a la fuerza, al que han dejado con las mieles de Defensor del Pueblo en la boca, a quien no sólo le están haciendo las listas electorales, sino que, si por un casual consiguiera presidir el gobierno de Madrid, quiénes gobernarían en realidad serían Pedro Sánchez y su mentor Iván Redondo desde La Moncloa. Los mismos que han discriminado y discriminan a Madrid en el reparto de ayudas, subvenciones inversiones a una comunidad para pagar los apoyos a sus socios independentistas y filoterroristas de la Frankestein, los que se empecinaron en cerrar Madrid aludiendo a los datos del COVID cuando en otras comunidades eran sustancialmente peores, los que han llevado a España a la ruina económica y a tener seis millones reales de parados y que se niegan a cerrar o incrementar sustancialmente los controles en el aeropuerto de Barajas principal puerta de entrada de extranjeros en España mientras se llenan la boca denostando la presencia de centenares de franceses en las calles y plazas madrileñas cuando son los principales responsables. Como decía el destacado dramaturgo norteamericano Tennessee Williams, "lo único peor que un mentiroso es un mentiroso que también es hipócrita".

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