
Cuando empezó la pandemia y tuve que establecer una estrategia de inversión para nuestros asesorados les dije que esto iba a ser como un partido de fútbol: por un lado estarían los bancos centrales, los gobiernos y la ciencia y, por el otro, el virus. Y que tendríamos que ir anticipando la posible evolución del partido.
Inicialmente era obvio que el virus ganaría por goleada, pero el resultado final no estaba tan claro. Comenté en varios artículos que dependería de cuanta carne estuvieran dispuestos a poner en el asador los gobiernos y los bancos centrales. Y, como pusieron mucha, los mercados rebotaron. Y como siguieron poniendo todavía más el partido se fue equilibrando.
Cuando el consejero delegado de Moderna anunció en el mes de mayo que a finales de año su vacuna estaría disponible anuncié gol y empate. También dije - y publiqué - que se había dado la vuelta el partido, porque los mercados se anticipan y no necesitarían esperar a que la vacuna estuviera disponible.
Ahora mucha gente dice - y no les falta razón – que el partido podría darse la vuelta, pero a favor del virus, como consecuencia de la aparición de nuevas variantes resistentes a las vacunas actuales. Yo no conozco la respuesta científica a esta cuestión, pero me da la impresión de que, al contrario que los gobiernos, tanto la ciencia como las empresas y los consumidores han aprendido de la experiencia.
Empecemos por la ciencia: según escribo, se anuncia una "joint venture" entre dos multinacionales farmacéuticas con el único objetivo de preparar vacunas para futuras nuevas variantes, cosa que además ya están haciendo con las actuales algunas de las empresas pioneras. Se están adelantando y eso es bueno.
En cuanto a las empresas y los consumidores, uno de los motivos por los que la mayoría de los analistas se han equivocado en sus pesimistas predicciones de resultados empresariales y crecimiento es que han realizado cálculos lineales, sin pensar en la revolución digital y en la capacidad de consumidores y empresas para producir, consumir e intercambiar bienes y servicios de una forma distinta. Todo aquel que se ha espabilado un poco ha aprendido a distribuir sus productos o prestar sus servicios de forma digital. Y las empresas a producir de forma más segura.
En plena revolución digital cualquier cálculo debería incluir un "factor de digitalización" en la ecuación, que será mayor a más digitalizada este la economía, sector u empresa objeto de análisis.
En el futuro probablemente también haya que incluir un factor de mejora del sistema sanitario. Sí lo que nos espera es una guerra con el virus y lo que hemos vivido solo ha sido una batalla, será importante la fortaleza que tenga cada sistema sanitario.
Llama a la atención que al llegar la tercera ola muchos países tuvieran prácticamente el mismo número de sanitarios, médicos u hospitales que al comienzo de la primera. Y no ha sido cuestión de dinero, puesto que hemos visto como se ha invertido dinero en otras cosas, probablemente menos necesarias. Pero empezará a haber naciones que se planteen incrementar de forma significativa la fortaleza y capacidad de respuesta de su sistema sanitario, lo cual tendrá muchísima influencia en su economía si las cosas se complican. A más sólido y preparado esté un sistema sanitario, menor necesidad de confinamientos.
Esto también es válido en relación con la prevención. Un país que pueda poner en marcha test masivos entre su población, especialmente ahora que vamos camino de tener test sencillos, fiables y rápidos, es un país que navegará razonablemente bien una cuarta o quinta ola del virus. No es lo mismo estar preparado para hacerlos de forma masiva en trenes, hoteles, aeropuertos, hoteles o incluso centros comerciales que improvisar.
En resumen, existe un riesgo para la sociedad y la economía de que esto haya sido una batalla dentro de una guerra, pero también existe la posibilidad de que los gobiernos hagan como las empresas y los consumidores y se preparen para que el mundo no tenga que volver a cerrar. Entre otras cosas porque no nos lo podemos permitir. Piensen sino en cuánto tiempo tendrá valor el papel moneda si cada año se emiten trillones de billetes y se quintuplica la deuda. Llegará un momento en el que el precio de cerrar la economía sea volver al trueque. No parece que esa sea una buena solución.