
Joe Biden es el presidente electo de Estados Unidos que más votos ha recibido en unas elecciones presidenciales. Este hecho parecería indicar un apoyo popular sin precedentes. Sin embargo, su rival Trump recibió en las elecciones de noviembre de 2020 más votos que cuatro años antes, cuando ganó las elecciones en el Colegio Electoral. No sólo es que Trump tenga muchos partidarios, es que una parte de ellos no reconocen la legalidad de las elecciones presidenciales. Incluso, algunos de ellos, alentados por el propio Trump, asaltaron el Capitolio, sede del Congreso de los Estados Unidos, impidiendo durante varias horas la proclamación de Biden como presidente electo.
Obviamente, el primer desafío al que se enfrenta Biden es dejar atrás la brutal polarización de la política norteamericana. Por si esto no fuera suficiente, además la nueva administración demócrata se enfrenta a los mismos problemas que el resto de países del mundo: una pandemia galopante y enormes daños y desequilibrios en la economía.
La primera cuestión inmediata es el impeachment o juicio político de Trump en el Senado. Una eventual condena de Trump dejaría al partido republicano huérfano de liderazgo, ya que impediría al ya expresidente volver a ocupar un cargo público. Aun así, hay también líderes republicanos que les gustaría deshacerse de Trump, como la decena de miembros de la Cámara de Representantes que votaron a favor del impeachment en la Cámara.
El primer reto es dejar atrás la brutal polarización de la política norteamericana
Sin embargo, a primera vista parece difícil que, en una cámara con 50 senadores republicanos, 48 demócratas y 2 independientes que habitualmente se alinean con los demócratas, haya una mayoría de 2/3 para condenar al expresidente. Sin embargo, la mayoría exigida es de 2/3 de los senadores presentes, es decir que, es posible que algunos senadores republicanos se ausenten para que los demócratas tengan una mayoría suficiente para condenar a Trump. Recordemos que, a estas alturas, Trump no ha reconocido ningún error, ni tampoco ha reconocido la legalidad ni la legitimidad del triunfo de Biden en las elecciones.
Con todo, hay dos factores más a tener en cuenta. Por una parte, que en el asalto murieron cinco personas, y que los senadores y representantes vieron su integridad física en peligro, algo que pensaban que nunca les iba a ocurrir. Por otra parte, si no hay una condena a este asalto a la democracia, nada garantiza que no pueda volver a ocurrir en el futuro. Pero en una cámara tan dividida como el Senado, y que tiene que aprobar los nombramientos de la nueva administración, así como aprobar las leyes, evidentemente todo este proceso puede complicar el inicio del mandato de Biden. Por supuesto, mientras dure el juicio la polarización política no va a bajar, y probablemente el expresidente y los trumpistas se agarren al victimismo.
Todo esto ocurre mientras la Pandemia galopa sin control, también en Estados Unidos. Obviamente, éste es otro factor de desestabilización. Pensemos que el 7 de diciembre de 1941 es el día de la "infamia". Y la razón fundamental son los 2.400 norteamericanos muertos en Pearl Harbour. Este ataque por sorpresa hizo entrar a Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Todos los norteamericanos tienen grabado a fuego el 11 de septiembre de 2004 como el día en que los terroristas islámicos de Bin Laden derribaron las torres gemelas y asesinaron a más de 3.000 norteamericanos. Bien, hace unos días, Estados Unidos batía su triste record de muertos por la Pandemia con nada menos que 4.470 estadounidenses muertos en un solo día. Ya hay más de 400.000 muertos en Estados Unidos por el Coronavirus.
Los estímulos y la inversión en infraestructuras son pasos en la buena dirección
En mi opinión, y como ya escribí hace meses, ha sido la gestión de la pandemia del Coronavirus la que le hizo perder las elecciones a Trump. Cuestiones como negar la importancia de la Pandemia, negarse a poner mascarilla, alentar manifestaciones contra las medidas restrictivas… toda esta gestión de Trump ha complicado aún más una situación sanitaria, ya de por sí muy complicada. Ahora, esta sombra se sigue proyectando sobre Estados Unidos. Mientras en otros países, todo el mundo utiliza mascarillas en espacios cerrados, los asaltantes trumpistas del Congreso hace unos días no se molestaron en utilizarlas ni siquiera para que posteriormente no les pudiesen identificar. Estados Unidos es un país donde votar presencialmente o por correo es una decisión politizada, y donde no llevar o no mascarilla está politizado. Y todo esto complica, todavía más, la lucha contra la Pandemia.
Afortunadamente, Trump no era antivacunas, y de hecho su administración invirtió cantidades considerables en el desarrollo de las vacunas. En consecuencia, un factor fundamental para aliviar tensiones y mejorar la salud de los norteamericanos, y también su economía, es el programa masivo de vacunación. En este punto, no hubiese habido grandes diferencias entre una presidencia de Biden o una de Trump.
Aun así, hay que recordar que la primera medida de Trump era abolir la extensión de los seguros de salud a muchos norteamericanos, el denominado "Obamacare". Efectivamente, Biden fue el vicepresidente de Obama, y merece la pena pensar que hubiese pasado en este último año con muchos millones de americanos más sin seguro de salud. Si esta propuesta de Trump no salió adelante fue por un solo voto en el Senado, el del exsenador republicano por Arizona John McCain.
Previamente, el Tribunal Supremo había avalado la legalidad del "Obamacare", por 5-4, aquí el voto decisivo lo tuvo John Roberts, presidente del Tribunal. Trump ha nombrado a tres magistrados del Tribunal Supremo, y con esta composición muy probablemente esta reforma sanitaria hubiese sido declarada inconstitucional. Esto nos da una idea de las dificultades que va a tener la Administración Biden para legislar y reformar en una situación muy complicada. La sombra de Trump también son la elección, vitalicia, de magistrados, especialmente en el Tribunal Supremo.
Por último, si Trump hubiese concluido su mandato antes de la Pandemia, hubiese dejado una economía muy dinámica, con algunos desequilibrios, pero con un nivel bajísimo de desempleo y creciendo con fuerza. Ahora, como en casi todos los países, el Coronavirus ha hecho estragos también en la economía norteamericana. El programa de estímulos y la inversión en infraestructuras, de las que Estados Unidos está muy necesitado son pasos en la dirección correcta, al menos en mi opinión. Que Estados Unidos vuelva al Acuerdo de París y a la lucha contra el cambio climático es una buena noticia, especialmente a medio y largo plazo, no sólo para los norteamericanos sino para todo el mundo. Pero, en cualquier caso, los desafíos económicos a los que se enfrenta la nueva Administración van a ser enormes.
En todo esto, Biden va a contar con mucha más cooperación internacional que Trump, aunque solo sea porque no la va a despreciar como hizo Trump con muchos estados. Pero hay bastantes incógnitas en temas fundamentales para España y Europa como los aranceles, los acuerdos de libre comercio, la fiscalidad de las multinacionales tecnológicas… De eso hablaremos otro día.
Hoy es una buena noticia que tome posesión el presidente que los norteamericanos han elegido, y que lo pueda hacer pacíficamente. Esto parece una perogrullada, pero hace unos días no estaba nada claro.