
La actual crispación es insoportable. No es solamente la tensión que se vive en la política, sino también entre los amigos y la propia familia. Tal vez sean estos nueve meses de pandemia y crisis económica lo que nos está afectando sacando lo peor de nosotros. De lo que no hay dudas es que los medios de comunicación en general están contribuyendo de una manera decisiva, tal vez para tener más seguidores, en crear un clima asfixiante que recuerda al recreado por Arthur Penn en "La Jauría humana" (1966) magníficamente protagonizada por Marlon Brando.
Sea lo que fuere, está situación no puede seguir mucho más tiempo así sin que nos destruyamos como sociedad. Por eso sería muy bien recibido que nuestros dirigentes se moderasen. Pedro Sánchez, una vez que apruebe los Presupuestos y garantice la legislatura, se empezará a centrar. La entrevista que le hizo Pedro Piqueras en Tele5 da algunos indicios de por dónde pueden ir las cosas. Tras dos meses de orgía izquierdista en la que Pablo Iglesias parecía el presidente del Gobierno, con palmeros como Adriana Lastra, Gabriel Rufián y Arnaldo Otegui jaleándole, parece buen momento para poner orden en el corral.
Sanchez y Casado están obligados a ir hacia el centro para captar votantes
No se trata tanto de que a Sánchez le guste más o menos la izquierda radical, es un problema de estrategia. El dirigente socialista sabe perfectamente que tiene que recomponer su partido y para eso necesita reconciliarse con el electorado de centro. Es aquí donde puede crecer electoralmente ya que a su izquierda pocos votos puede rascar. La radicalización de la vida pública ha dejado a los votantes moderados huérfanos, a pesar que es desde dónde se ganan las elecciones.
Es cierto que tanto Pedro Sánchez como Pablo Casado fueron elegidos como dirigentes de sus respectivos partidos por los sectores más radicalizados. Pero no habría que confundir a los militantes con el electorado. Las bases socialistas, muchos de ellas procedentes de la UGT, siempre han estado mas a la izquierda que sus dirigentes, sin embargo, su electorado es mucho más moderado y pragmático. En el PP pasa lo contrario, sus votantes, la derecha tradicional siempre han sido muy dura.
La radicalización de la vida pública ha dejado a los votantes moderados huérfanos
A pesar de ello Pablo Casado también tiene que moverse al centro para no dejar ese espacio político a Sánchez. La primera intentona la hizo con motivo de la moción de censura de VOX, desmarcándose de la derecha extrema. Sin embargo, no tuvo continuidad en el tiempo. Sus insultos y descalificaciones recuerdan a la ametralladora Gatling, capaz de disparar 3.900 proyectiles por minuto.
Pero esa estrategia del líder conservador no está dando resultados. A su derecha pocos votos puede conseguir, Santiago Abascal encandila a la "derechona" y quien mejor la representa es VOX. Para qué conformarse con una copia cuando pueden tener el original. Si sigue por ese camino será una dirigente como Isabel Díaz-Ayuso quien termine llevándose el gato al agua, lo que equivale a decir que Sánchez seguirá gobernando durante una década.