
Mientras Sánchez, Junqueras, Rufián y demás camada prosiguen en su infame campaña institucional contra Madrid, el primero por resentimiento y por despecho -llevan 28 años sin tocar poder en la Comunidad-, y por envidia e insuficiencia los segundos, los números que como el algodón no engañan, demuestran la falsedad de las acusaciones y la desvergüenza de los conjurados contra una gestión sanitaria y económica que ha sido avalada y ensalzada por los socios europeos y los organismos internacionales.
Madrid, con sólo tres tributos fiscales propios registra un Producto Interior Bruto de 239.878 millones de euros superando los 236.739 millones de euros de Cataluña cuyo gobierno de ERC y JxCat esquilma a sus ciudadanos con 18 impuestos propios, mientras que el PIB per cápita es de 35.876 euros en la comunidad capitalina, 4.776 euros por encima del de Cataluña.
Pero, además, Madrid con su política de rebajas fiscales recauda unos ingresos por impuestos sobre la renta, patrimonio y capital de 12.077 millones de euros, al tiempo que presenta un práctico equilibrio entre los ingresos totales de las cuentas públicas (27.050 millones de euros) y los gastos (27.685 millones). Por el contrario, los 11.752 millones de ingresos fiscales de la Cataluña de Torra y de Rufián son 325 millones menos que lo de Madrid, con un desequilibrio de 1.329 millones en sus cuentas públicas.
Madrid con su política de rebajas fiscales y solo 3 tributos propios, recauda 12.077 millones por impuestos sobre la renta, de patrimonio y capital, 325 millones más que Cataluña que tiene 18 tributos propios
Mas significativos son aún las diferencias del endeudamiento entre ambos territorios. Mientras Cataluña tiene una deuda pública total de 79.054 millones de euros, equivalente al 33,4 por ciento de su PIB y es la única comunidad autónoma española calificada como bono basura por las agencias de riesgo internacionales, la deuda de Madrid es de sólo 33.469 millones, el 14 por ciento del PIB regional. Y con estos resultados y esta política de menos impuestos la Comunidad de Madrid contribuye a la "caja común" del Estado con 23.000 millones de euros más que Cataluña desde 2009 y aporta el 70 por ciento de las contribuciones al fondo de solidaridad estatal, frente al 24 por ciento que aporta Cataluña.
Son datos oficiales, públicos, que están empezando a circular estos días por las redes sociales y que se complementan con los últimos datos oficiales sobre inversión empresarial que sitúan a Madrid como líder en el ranking de las comunidades autónomas donde las empresas más han aumentado capital, con 6.053 millones de euros entre enero y octubre de este año, duplicando casi los 3.443 millones de ampliaciones de capital en Cataluña durante el mismo periodo.
La ministra Maroto ha olvidado que los beneficios de las empresas son los que generan inversión, riqueza, crecimiento y creación de puestos de trabajo
Madrid lideró también la creación de empleo en España con 138.900 nuevos puestos de trabajo, el 34,5 por ciento de todo el empleo creado en España en el último ejercicio, 51.900 empleos por encima de los 87.000 empleos nuevos que se apunta Cataluña.
Datos que certifican también el modelo de éxito de Madrid que ahora quieren cercenar quienes despilfarran el dinero que esquilman a los catalanes no en servicios sociales sino en delirios independentistas. Y lo hace arropados e impulsados por un Gobierno que se autocalifica de social y progresista, pero que es el único de la Unión Europea que sube los impuestos a sus ciudadanos para mantener esa administración elefantiásica de 18 ministerios y cuatro vicepresidentes, además de esa orgía asesores y amiguetes enchufados a la teta del Estado.
Y para rematar la faena de imprudencias y dislates, nos sale ahora la ministra de Industria justificando que no bajan el IVA al turismo porque "solo mejoraría la cuenta de resultados de las empresas". Una afirmación que, aparte de reflejar que doña Reyes Maroto, no sabe, o ha olvidado, lo que es una cuenta de resultados donde el beneficio empresarial se computa descontando los impuestos, debería ser motivo suficiente para que alguien, en su equipo de asesores, le recuerde que los beneficios de las empresas son los que generan inversión, riqueza, crecimiento y creación de puestos de trabajo. Así de claro y así de simple, señora ministra.