
Nuestro país ha vivido tres crisis económicas en menos de quince años: la de 2008, la segunda oleada de 2012 y la incipiente a cuenta del COVID. Todo ello tiene su fiel reflejo en las dos grandes inversiones que el ciudadano de a pie hace en su vida: la casa y el coche.
Si hablamos de lo segundo, a raíz de lo acontecido este año, vemos cómo se aceleran las tendencias que nos dejaron las dos crisis anteriores y que se pueden resumir en más envejecimiento del parque.
Por un lado, el plan Renove no es suficiente para dinamizar el mercado y sacar chatarra de las carreteras, ya que la renta de los hogares está mermada por el paro y los ERTEs. Si en 2019 poco más de uno de cada tres hogares ingresaba neto al mes menos de 1.500 euros, en 2014 (punto álgido de la anterior crisis) era casi la mitad, según datos del INE. ¿Volveremos a esas cifras? Es razonable pensar que sí.
La clave para que los concesionarios aguanten a que la economía mejore está en la posventa
Y es que todo dependerá de la evolución del desempleo y para 2020 se espera un alza hasta situarse en alrededor del 20%, según Funcas. ¿Cuál es la diferencia entre ahora y entonces? Que España hasta 2019 sólo fue capaz de recuperar algo más de la mitad del empleo perdido respecto a 2007, por lo que nos hemos quedado con un paro estructural de doble dígito. Esto significa que tenemos muchos más hogares en peor situación para encarar la crisis que hace diez-doce años.
Por tanto, es difícil pensar en una recuperación rápida de las matriculaciones. Se pueden poner diques de contención, como aquellos PIVE que hicieron que el mercado no se paralizase hace 6-8 años cuando se vendían alrededor de 700.000-800.000 unidades, pero no dejaba de ser la mitad de lo que se matriculaba allá por 2007.
Para 2020 se espera una caída de las matriculaciones del 35%, según las patronales sectoriales, en buena parte por la parálisis comercial durante el confinamiento, pero para 2021 la dinámica será más acusada al entrar en escena la nueva realidad económica y social y esto es un caldo de cultivo para acentuar el envejecimiento del parque que supera los 12 años de media.
Y es que otra gran diferencia con respecto a 2012 es el cambio estructural del mercado de vehículos de ocasión. Para que nos hagamos una idea, en aquel entonces la mitad de los coches usados vendidos superaban la década de antigüedad, cuando en 2007 eran poco más del 20%, es decir, se duplicó el fenómeno mileurista.
Pero desde entonces nada ha cambiado. O sí, porque ha ido a más la tendencia. El año pasado ya seis de cada diez VO vendidos tenían más de 10 años. Por tanto, la pandemia y sus secuelas llevarán a una mayor proliferación de vehículos viejos a muy bajo precio, con el hándicap de que la línea roja se elevará hasta los 15-20 años.
Un coche para lo imprescindible y mínimo gasto
Ya veo el anuncio: "Necesito coche para ir a trabajar, 500 euros". Quizás hasta 1.000 euros. Y esto es lo que se paga por un coche vetusto matriculado en el año 2000 que hace el servicio de ir y venir del trabajo, al que se le pone 10 euros de gasóleo, un seguro que cubre lo mínimo y, por supuesto, visitas al taller, las imprescindibles.
Sin embargo, lo que no ha cambiado de una crisis para otra es el aumento espectacular de stock de kilómetro cero, motivado por la parálisis de la demanda y la entrada de la nueva normativa de emisiones, y veremos sus efectos en 2021. Y también tendrá repercusión en el canal del rent a car, que no generará vehículo seminuevo que ayudaba a rejuvenecer el parque.
¿Dónde puede estar entonces la llave para que los concesionarios aguanten en espera de que la economía mejore? Sin duda, en la posventa. Aquí el mercado tiene un colchón de 6 millones de coches nuevos o jóvenes (menores de 5 años), que son los que aportan dinero de verdad porque son los que pasan con regularidad por el taller. Y es que hay que recordar que la posventa les aporta más de la mitad de su beneficio.
Pero ¿cuál la diferencia respecto a la anterior crisis? Que hay más de un 50% de coches de esas edades en comparación con entonces. Ahí está la clave. Ahí está el colchón.