
El objetivo de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz-Ayuso, frente a la pandemia es salvar el ocio y los negocios. Así lo ha corroborado el presidente del PP, Pablo Casado, que ha insistido en que la prioridad es salvar la campaña navideña. El enemigo es el ministro de Sanidad, Salvador Illa, y sobre todo el "malévolo" Pedro Sanchez, que como en la película de Yarrow Cheney "El Grinch" (2018) robó la Navidad siguiendo el plan del libro del Dr. Seuss.
No sé cómo no se han dado cuenta los madrileños. Todas las medidas de confinamiento, toque de queda, encierro y cosas similares tienen como única finalidad "robar la Navidad" y hundir en la miseria a los pequeños empresarios y autónomos que son quienes peor lo están pasando con el coronavirus.
De hecho, la estrategia del PP es lanzar guiños a los empresarios para recomponer las relaciones entre la derecha política y la económica que habían quedado rotas por culpa de los del Ibex. Su punta de lanza es Isabel, que como Agustina de Aragón nos salvará del infame virus chino y devolverá la Navidad a niños y mayores. ¡Salvará la economía de Madrid! ¿Se puede pedir más?
Los datos son demoledores, los ha facilitados la patronal madrileña. Cerrar dos semanas Madrid costará 5.600 millones a la economía española y 600 a las empresas madrileñas. El coste es el equivalente del 15% de PIB de la comunidad autónoma.
Ayuso y Casado deben preguntarse cuántos muertos son aceptables para salvar la economía
Claro que lo que no se ha calculado es cuánto costaría no confinar y dejar que la curva de contagios siguiera creciendo. Al ritmo actual, en dos semanas habrá más de 200.000 nuevos infectados en nuestro país, 16.000 compatriotas tendrán que ser hospitalizados y 1.500 pasarán por la UCI. Si no se tomasen medidas muy estrictas en dos semanas morirían 1.200 personas. ¿Cuánto cuesta todo ésto?
Y si alguien nos preguntase a cada uno de nosotros ¿cuántos muertos serían aceptables para salvar la economía? Honestamente, la respuesta dependería si los muertos somos nosotros mismos o alguien de nuestra familia. Si son desconocidos las cosas cambian radicalmente, hasta el extremo de confundir que el auténtico objetivo no es salvar la Navidad sino salvar vidas.
Es como si la muerte se hubiese desnaturalizado. Todos nos rasgamos las vestiduras con los atentados del 11-M de 2004 en que murieron 193 personas y llegaron a dos mil los heridos. Aquello dejó una profunda huella en la ciudad. Sin embargo, los 140 muertos que se produjeron ayer en Madrid apenas han tenido impacto mediático, por no hablar de los 10.350 que llevamos acumulados desde el inicio de la pandemia y de los 308.000 contagiados. Una de las ciudades con mayor impacto del mundo.
Este debate entre la bolsa o la vida no solo se produce en Madrid sino en todo el mundo. El mejor ejemplo está en la diferente política desarrollada por el presidente de China Xi Jinping y por el presidente de Estados Unidos Donald Trump. El primero saldó la crisis con 91.621 casos y 4.587 fallecidos, fundamentalmente en la provincia de Hubei donde se inició la pandemia. El segundo lleva nueve millones de contagios y 228.000 muertos.
Trump salva la economía norteamericana, pero a un precio muy alto. Xi Jinping por el contrario decidió desde el primer momento acabar con el virus, confinó a la población a cal y canto y paralizó toda la actividad económica. La economía China entró en recesión, pero terminó con la pandemia y actualmente ha vuelto a crecer al 5%.
En la Unión Europea se decidió convivir con el virus. La estrategia ha fracasado rotundamente y se ha convertido en el principal foco del contagio del mundo: más de 150.000 muertos y seis millones de contagios y al final habrá que volver a confinar a los ciudadanos como ya ha empezado a hacer Francia.
¿Y el PP sigue creyendo que el objetivo es salvar la Navidad? No olvidemos que al final es el Grinch quien devolvió la esperanza a la ciudad.