En 1929 el economista americano Harold Hotelling publicó un artículo en el Economic Journal bajo el título "Estabilidad en competencia". En él se describía lo que posteriormente se conoció como la ley de Hotelling, según la cual, en determinadas circunstancias. la opción más racional para las empresas en un mercado es producir productos muy similares a los de sus competidores. Esta mínima diferenciación, les garantiza el equilibrio en el mercado, es decir una situación estable frente a sus competidores, pero no es necesariamente óptima para los consumidores.
Veamos lo que significa esto con un ejemplo. Supongamos que, en una playa recta de un kilómetro, el ayuntamiento permite la instalación de dos, y sólo dos, chiringuitos de bebidas. Y asumamos que los visitantes de la playa se distribuyen homogéneamente a lo largo de esta. Este supuesto es lógico, ya que el público que disfruta de la playa trata de evitar aglomeraciones, por lo que, si en una parte se acumula un gran número de personas y otra está vacía, antes o después, se desplazarán desde las zonas más llenas a las más vacías hasta que la toda la playa esté igual de ocupada.
La pregunta que se hizo Hotelling es ¿dónde es el mejor lugar para situar los dos chiringuitos? Los bañistas tienen interés en tener el chiringuito lo más cerca posible, y no tener que darse largas caminatas para conseguir un refresco o algo de comer. Pero a los dueños de los chiringuitos, lo que les interesa es tener el mayor número de clientes posible.
Si la decisión de dónde colocar los chiringuitos correspondiera al ayuntamiento, este obligaría a un chiringuito a colocarse a 250 metros del comienzo de la playa y el otro a 750 metros. De esta forma, ningún bañista tendría que recorrer más de 250 metros para para llegar al chiringuito más cercano. Cada uno de los dos chiringuitos tendría la mitad de los bañistas como clientes y los bañistas tendrían las bebidas a una distancia razonable. Con este sistema, los clientes más alejados de los chiringuitos estarían situados en el centro de la playa y en los extremos y tendrían que caminar 250 metros y, los más afortunados serían los situados a 250 y 750 metros del comienzo de la playa. Cabría suponer una mayor concentración de gente alrededor de los chiringuitos ya que hay personas para las que es más importante tener un chiringuito cerca que estar más apretado.
Pero en ausencia de una autoridad que imponga una localización concreta, los dueños de los chiringuitos harán una reflexión diferente. Si los chiringuitos se encuentran inicialmente a 250 y 750 metros del comienzo de la playa, el dueño del chiringuito que está a 250 metros tiene incentivo en acercar su chiringuito hacia el de su competencia. No va a perder ninguno de sus clientes y captará una parte de la clientela del otro chiringuito: aquellos que estén más cerca ahora de su chiringuito que del de la competencia, como consecuencia de alejar su chiringuito desde el comienzo de la playa. Pero el dueño del chiringuito que inicialmente estaba a 750 metros hará la misma reflexión, y también acercará su chiringuito al de su competencia.
En sucesivas rondas de acercamiento ambos chiringuitos terminarán en el centro de la playa, y no tendrán ningún incentivo a moverse porque si lo hacen perderán clientes. El resultado final de este proceso, por el que ambos chiringuitos se encontrarán en el centro, es que habrá bañistas que tendrán que recorrer hasta 500 metros y, además, se producirá una mayor aglomeración en el centro de la playa porque ahora los incentivos de situarse en el centro son mayores. Los dos chiringuitos seguirán teniendo la mitad de la clientela, pero ahora muchos bañistas tendrán que recorrer más distancia.
Este ejemplo ilustra muchos comportamientos que vemos en la vida diaria: las cadenas de radio o de televisión emiten a la misma hora el mismo tipo de programas, las grandes cadenas de hamburguesas ofertan casi los mismos productos a los mismos precios y, hasta hace poco, en política, los grandes partidos que se disputaban la posibilidad de gobernar se situaban en el centro y se hacían cada vez más indistinguibles.
El desgate del poder tras décadas gobernando erosiona a los grandes partidos
Pero para que la ley de Hotelling, es decir, el principio de diferenciación mínima se aplique, es preciso que se respete un supuesto esencial que hemos descrito al comienzo del artículo: no puede haber libertad de entrada y salida. Es decir, debe haber una limitación física, económica o legal que impida que un tercer o un cuarto chiringuito se pueda instalar en la playa. En el caso de la radio o la televisión hay una limitación física (el espectro radioeléctrico) que al irse rompiendo con las nuevas tecnologías (internet) también ha ido aumentando la diferenciación. En el caso de las grandes cadenas de hamburguesas, la barrera es el tamaño necesario para competir con escala suficiente para producir a costes bajos y mantener un gasto en publicidad, y, en el caso de los partidos políticos, hasta hace poco, era muy difícil establecer una marca alternativa a los dos grandes partidos, pues se requería un enorme gasto económico y una capacidad de penetración en los medios de comunicación que hacía prácticamente imposible desplazar a los partidos hegemónicos. En casi todas las democracias existían dos grandes partidos, uno centro izquierda y otro de centro derecha, que se alternaban en el poder con diferencias programáticas relativamente menores. Era el bipartidismo, los dos chiringuitos en el centro de la playa, disputándose la gran aglomeración del centro.
Las leyes deben limitar la entrada de formaciones que no quieren participar en la gobernalidad
Pero el coste de entrada en el mercado político ha descendido. Las nuevas tecnologías permiten difundir ideas fuera de los medios de comunicación tradicionales, el desgate del ejercicio del poder tras décadas gobernando ha erosionado las marcas tradicionales, y, por tanto, el coste económico de crear una formación política se reducido mucho. No es infrecuente ver en muchos países formaciones que surgen de la nada y sin apenas medios. Ahora pueden entrar más chiringuitos en la playa y acercarse a los bañistas que están en los extremos y tenían que caminar 500 metros. Ahora se pueden situar nuevos chiringos a 250 y 750 metros y disputar la clientela a los chiringuitos de toda la vida que están en el centro y que se habían dormido en su cómoda posición. Ahora los chiringuitos del centro se tienen que desplazar a los extremos para no perder clientela, aparecen y desparecen nuevos chiringuitos, y el mercado político se ha hecho más dinámico. Sí, pero también más inestable. El centro se quedado más vacío, los acuerdos institucionales son imposibles porque si no se pierden rápidamente clientes hacia los chiringuitos de los extremos, y la estabilidad de los gobiernos se ha hecho precaria. Si miramos a nuestro alrededor, esto no sólo sucede en España, sino también en casi todas las democracias europeas, incluso en los países con sistema de voto mayoritario se ha perdido la centralidad. La solución no es sencilla, pero un cambio de las leyes electorales que limiten la entrada a la playa a chiringuitos que no quieran participar en la gobernabilidad sería un primer paso. Con todos sus defectos, el viejo sistema de dos chiringuitos tenía grandes ventajas.