
El PSOE se decantó ayer oficialmente por permitir, mediante abstención en segunda vuelta, que Mariano Rajoy sea investido este sábado presidente del Gobierno.
Sin embargo que las heridas abiertas en el partido socialista están lejos de cerrarse lo muestra los 96 votos en contra de la propuesta de permitir un Ejecutivo del PP, que pronostica no sólo tiempos difíciles en el seno del PSOE (de forma inminente sus relaciones con el PSC de Iceta), sino complicaciones añadidas para el Ejecutivo de Rajoy goce de la estabilidad necesaria para, entre otras cosas, realizar los ajustes exigidos por Bruselas.
Ya dijo Rajoy que una cosa es la investidura y otra tener la capacidad suficiente para gobernar. Lo primero se despejó ayer, pero aún hay muchas incertidumbres para lo segundo.