Opinión

Nuestra juventud en el alero

Los jóvenes, el colectivo más afectado por la pandemia

Los datos existentes acerca de la distribución de la renta y de la riqueza muestran que los jóvenes españoles son hoy más pobres que sus padres, y además esta diferencia es más grande en España que en la media de la OCDE.

No es de extrañar, por tanto, que más del 50% de los jóvenes de 30 años viva con sus padres. Y los menores de esa edad tienen muy altas probabilidades de caer en la pobreza, de abandonar los estudios antes de tiempo, de estar en el paro o de tener trabajos precarios, de no acceder a una vivienda, ni en alquiler ni en propiedad.

Jordi Sevilla nos recordaba hace unos días unos cuantos datos que resultan definitivos a este respecto: un 44% de jóvenes menores de 25 años está en paro; un 20% de los jóvenes que trabajan son trabajadores pobres, porque solo encuentran contratos temporales o trabajos a tiempo parcial que exigen, luego, horas de trabajo adicionales no pagadas, y un elevado porcentaje de esos jóvenes ocupados está sobrecualificado para los trabajos que desempeñan (es decir, serán la generación mejor formada, pero peor tratada). Todo ello es el resultado de una estructura productiva de mala calidad, con una multitud de empresas inestables y muy pocas empresas grandes y solventes, junto a una industria pequeña y mal financiada.

En un reciente estudio del Banco de España se describe cómo nuestras políticas públicas en vivienda dedican muchos menos recursos que la media europea. Se calcula que más de un millón de jóvenes vive de alquiler no por decisión propia, sino por falta de políticas públicas que les permitan superar la gran dificultad que tienen para cumplir su deseo y comprar vivienda. Sólo el 44% de los hogares jóvenes son en propiedad, mientras que entre sus padres ese porcentaje sube al 65%.

La falta de políticas públicas específicas impide a las nuevas generaciones tener una vivienda

Por su parte, el Instituto de la Juventud acaba de publicar un informe cuya conclusión es contundente: los jóvenes están siendo un colectivo golpeado especialmente por las consecuencias sociales del covid-19. A esa misma conclusión llega el estudio que acaba de publicar el FMI. En efecto, los más perjudicados por los confinamientos han sido las mujeres y los jóvenes. La movilidad femenina cayó un 22%, es decir, por encima de la media, pero fue menor en las mujeres mayores (45-64 años) que en las más jóvenes. Un estudio del FMI (con datos de movilidad detectados por Vodafone a través de los teléfonos) expone que los confinamientos tuvieron un mayor impacto en los jóvenes.

"Es necesario impulsar políticas pública específicas para proteger las perspectivas de empleo de mujeres y jóvenes y prevenir así un mayor desequilibrio de ingresos", dice el estudio citado.

Ante esta situación, no es de extrañar, pues, que la fecundidad en España sea de las más bajas del mundo, lo cual lleva inexorablemente a un creciente envejecimiento.

Que la vida de nuestros jóvenes se haya convertido en una carrera de obstáculos debería ser abordado como lo que es: uno de los problemas sociales más graves que tiene España. Y atacarlo en varios campos: vivienda, derecho laboral, política educativa…

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