Opinión

Pandemia y elecciones en América Latina

Importante periodo electoral que afronta Latinoamérica

Las elecciones provinciales uruguayas del domingo 27 marcaron el inicio de un intenso cuatrimestre electoral, preámbulo de otros cuatro años de vértigo que comienzan el 1 de enero, donde prácticamente todos los países de la región tendrán que elegir presidente. Las excepciones son Bolivia, que vota el 18 de octubre, y, obviamente, Cuba.

Los nuevos comicios estarán marcados por la pandemia, que ha condicionado no solo la forma de hacer política, sino también los mecanismos electorales. Algunos países, como Colombia, están impulsando diversas reformas legales para adaptarse a la nueva "normalidad".

Uruguay mostró cómo la pandemia afecta a la población e incide en las elecciones. Si en los últimos años, debido al malestar social y a la creciente desafección con la democracia, primaba el voto de castigo, aquí el oficialismo ganó gracias a su gestión contra el SARS-CoV-2. El Partido Nacional o Blanco, del presidente Lacalle Pou, se impuso en 15 de los 19 departamentos, arrebatándole tres al Frente Amplio, que, sin embargo, mantuvo los tres distritos más poblados.

El Covid ha condicionado la política y los mecanismos electorales

La pandemia ha obligado a postergar la mayoría de los comicios de 2020, como las presidenciales bolivianas, inicialmente previstas para mayo. También se retrasaron el plebiscito constitucional chileno (25 de octubre) y las municipales brasileñas (15 de noviembre), mientras, por ahora, las legislativas venezolanas mantienen su fecha (6 de diciembre).

Un efecto inmediato del COVID-19 en América Latina fue paralizar las movilizaciones de la segunda mitad de 2019. Tras meses de inactividad, en Colombia y Chile hubo amagos de protestas violentas, que de seguir la actual dinámica de deterioro económico y social podrían agravarse. La cuestión de fondo es como se responderá en una coyuntura de pospandemia a una serie de previsiones dramáticas y cómo se realizarán las elecciones programadas.

Los comicios de Bolivia, Chile, Brasil y Venezuela destacan en la agenda de los meses venideros, sin olvidar las presidenciales de EEUU, que tendrán un gran impacto en la región. En Bolivia, se votará en un clima polarizado, agravado por el exilio de Evo Morales y su imposibilidad de ser candidato. Pese a las acusaciones en su contra y al desgaste tras 14 años en el poder, el MAS mantiene un importante respaldo. Su candidato, Luis Arce, encabeza todas las encuestas. La duda es si podrá imponerse en la primera vuelta, para lo que necesita más del 40% de los votos (si no llega al 45%) y más de 10 puntos porcentuales con el segundo.

En Venezuela, el gobierno mira satisfecho los apuros de una oposición desunida

La mayoría de las mediciones descarta este escenario, revalorizando la conquista del segundo puesto, ya que quien lo consiga podría concentrar el voto anti-Evo y resolver la elección a su favor. Tras la renuncia de la candidatura de Jeanine Añez, la lucha es entre el ex presidente Carlos Mesa (favorito en las encuestas) y Luis Fernando Camacho, representante "cívico" de Santa Cruz. Si un triunfo de Camacho haría tabla rasa con las conquistas masistas, el de Mesa permitiría suturar algunas de las heridas que dividen al país.

En Chile, una medida ensayada por Sebastián Piñera para aplacar las protestas fue convocar un plebiscito para redactar una nueva Constitución, ya que la actual, dada su herencia pinochetista y más allá de sus reformas, seguía lastrando la democracia. Hay pocas dudas sobre el triunfo del "apruebo", aunque sectores de la derecha tratan de capitalizar el "rechazo" del pinochetismo desencantado. Una vez comenzado el proceso constituyente se abrirá un tiempo relativamente incierto, dado que la ratificación de la nueva Constitución coincidirá prácticamente con las elecciones presidenciales de noviembre de 2021.

Como ocurre cada cuatro años, las elecciones municipales brasileñas serán la antesala de las presidenciales (octubre de 2022), donde Bolsonaro buscará ser reelegido. Gracias a sus políticas populistas, algunas repescadas del PT, ha aumentado su aprobación, pese a su lamentable gestión de la pandemia. Si bien el presidente, sin un partido que lo respalde, no compite en estos comicios, sus resultados mostrarán el sentir ciudadano. Esto permitirá a los partidos y potenciales candidatos ir tomando posiciones y armando sus alianzas para unas elecciones que prometen ser trascendentes.

Finalmente, las parlamentarias venezolanas muestran una oposición nuevamente desunida. El conflicto se centra en las posturas enfrentadas del presidente Juan Guaidó, partidario de no participar dada la falta de garantías, y de Henrique Capriles, que busca hacerlo partiendo de negociar con Maduro garantías suficientes. Si bien el gobierno mira satisfecho los apuros de la oposición, necesita legitimarse electoralmente para mantener el poder, por eso habrá que ver como responde al pedido de retrasar los comicios. Mientras tanto, buena parte de la comunidad internacional que ha apoyado a Guaidó, comienza a valorar la postura de Capriles.

La experiencia uruguaya y lo que pase en Bolivia, Chile, Brasil y Venezuela serán un anticipo del futuro a medio plazo, con sus respuestas sociales e individuales al COVID-19. ¿Volverán las protestas? ¿Qué opciones respaldarán los votantes? ¿Castigarán o premiarán a los gobiernos por su gestión de la crisis? Independientemente de las respuestas, en las elecciones participarán muchos ciudadanos airados, lo que debería conducir a respuestas políticas adecuadas, aunque, como se observa a diestra y siniestra, esto es algo bastante difícil.

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